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FÁBULAS EN ALTA VOZ

Resistencia versus velocidad

A veces confundimos las cosas. Creemos que quien corre más rápido tiene todas las ventajas de llegar primero. Pero no es así. Hay un dicho que reza: “No es­tán lejos los de ‘alante’ si los de atrás corren bien”. Nada más cierto que esto. Hasta los atletas que viven de la velocidad, para llegar nece­sitan tener resistencia. Sobre ella es que se fomen­ta el éxito.

Como la espuma Cada uno de nosotros tiene una historia que contar, y dentro de ella hemos vivido experiencias que nos dejan claro que la velocidad es simplemente eso: un recorrido entre espacio y distancia. Una vez llegas­te se acabó, pasó, no existe… Es como la espuma que sube y por gravedad, tiene que bajar. La resis­tencia no. Esa es la capacidad que tiene cada quien para resistir ante cualquier situación que se tenga enfrente.

Fabulosamente resistente Vemos cómo en todo se imponen estos dos ele­mentos. En la política no es diferente. De hoy para mañana podemos encontrarnos con candi­datos fabricados que a gran velocidad llegan al puesto deseado y, como por arte de magia, cum­plida la meta, ahí quedaron. Pero hay otros que por su resistencia se mantienen contra viento y marea. Todo lo aguantan, todo lo sobrepasan, son resilientes y a veces se mantienen como el primer día.

A correr se aprende Aunque nos resulta difícil de creer, a correr todos podemos aprender, pero resistir no es aprendizaje. Es disciplina, es experiencia, es manejo, es estrategia, es saber llegar a la me­ta sin la necesidad de “meterle” el pie a tu con­trincante para poder llegar. La resistencia está en tu mente, en tu cuerpo, en tu modo de ver la vida. Es interminable, te la llevas a la tumba. La velocidad está en un punto: lo encuentras, lo agotas y se acabó.

Que perdure en el tiempo No es cuestión de inventarte, sino de construirte con una buena zapata, con una estructura firme que aguante los huracanes más fuertes y los sismos más aterradores. Esto solo lo consigues cuando eres re­sistente, no cuando eres veloz. En un abrir y cerrar de ojos la velocidad, así como te hace llegar, te pue­de traicionar. En cambio, la resistencia, si te tumba, de ayuda a levantar.

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