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FÁBULAS EN ALTA VOZ

La pandemia del racismo

“Una injusticia en cualquier parte, es una amenaza a la justiciade cualquier lugar”. Esta frase es de Martin Luther King y, hoy más que nunca cobra sentido este juego de palabras que como tantas otras ver­dades inmortalizan a este activista estadounidense que luchó contra la discriminación racial.

En plena civilización La muerte salvaje de Geroge Floyd, en Estados Unidos nos ha devuelto la capacidad de asombro. En pleno siglo XXI y en medio de una crisis sani­taria mundial, la “pandemia” del racismo pare­ce resurgir y tomar fuerza para “ayudar” al Co­vid-19 a lograr su propósito de cobrar cada vez más víctimas mortales. No es una exageración y mucho menos una percepción. Es una realidad latente que se ha concretado en el pellejo inocen­te de quienes creen que ese sentir quedó sepulta­do en un doloroso pasado.

Quiero una ciudad fabulosa Es en momentos como estos cuando en busca de justicia nos embarcamos en un viaje sin equipaje. Compramos un boleto de ida porque no queremos regresar a un mundo donde los sueños siguen sien­do sueños, donde los atropellos continúan desan­grando hasta la última gota del raciocinio más ló­gico, y donde aun la justicia juzga por el color de la piel, no por el contenido del carácter como lo mani­festó tantas veces Luther King.

La igualdad de los sueños Es en ese lugar fabuloso donde se puede respirar el aire puro de una filosofía de vida sin rostro, sin color. Aquí solo cuenta ser. Sí, ser una persona con todos los derechos incluídos, con la libertad garan­tizada y con un universo que conspira para regalar­nos el sentir más puro de amor al respeto. En esta ciudad de la igualdad aun despierto puedes soñar sin miedo y caminar firme hacia tu propia realidad porque sencillamente, nadie se detiene a ver quién eres y cómo eres.

Regreso en medio de justas protestas Este sitio apasiona, pero hubo que comprar el bole­to de regreso. La realidad hay que enfrentarla por­que por lejos que veas la injusticia ésta puede ame­nazar la justicia de tu entorno. No hay que ir a una batalla para hacer ver que más allá de unos erró­neos criterios de humanidad, hay una humanidad.

Basta de maltrato, de mantenerle abiertas las puer­tas a la pandemia más peligrosa que aun en estos tiempos se libra en muchos países del mundo: el ra­cismo. Es importante saber que las protestas justas también pueden hacerse desde el corazón.

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