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COSAS DE DIOS

Educación coja

Un profesor explica, vía la aplicación Zoom, las clases a sus alumnos. Se trata de una persona mayor, debe te­ner por encima de 75 años, que se nota empeñado en enseñar. De re­pente, una voz le interrumpe, dice: “Profe, no le es­cuchó bien. Dele a la tecla CTRL y presione F4”. El profesor repite en voz alta lo que el alumno le indi­ca y lo ejecuta, entonces, sale de la conversación. De fondo, se escucha una risotada de burla. Es la educación después del Coronavirus, cuando un pro­fesor formado, probablemente lleno de sabiduría, puede ser puesto en ridículo por un estudiante tan inculto que ni siquiera cuenta con los modales ele­mentales para comportarse frente a su maestro.

Indignación La historia que describo ocurrió en Colombia, y que­dó grabada en video. Un hijo del profesor, que pasó por ese mal momento, decidió compartir lo ocurri­do porque su papá estaba triste y deprimido des­pués del incidente que, al volverse de conocimiento público, generó indignación en la sociedad colom­biana. La situación bochornosa por la que atravesó este señor le ha tocado a muchos docentes, por eso, algunas instituciones les están impartiendo entre­namiento para adaptarse al sistema online. Pero la experiencia de enseñar que vive quien está capaci­tado en su área pero limitado por la tecnología, ra­dica en el alumno que tiene en frente.

La asistente Conozco el caso de una joven que, en lugar de bur­larse de sus maestros, les ha ayudado a entender las aplicaciones para impartir docencia a distancia y les brinda asistencia. Esta estudiante ha tenido que acompañar a profesores que se muestran muy frus­trado por el trance que atraviesan. Y se entiende. Resulta difícil pasar de tener el control de salón de clases, donde representas la autoridad y el conoci­miento, a que cada quien en su casa, al fin y al cabo, decida hacia dónde mira, y, encima, sin dominar la plataforma a través de la cual te comunicas con tus alumnos.

El mundo de cabezas Este tema de la pandemia ha puesto, para los ma­yores, el mundo patas arriba, en muchos aspectos. Por ejemplo, quienes están solos, sin hijos, nietos o sobrinos, de quienes auxiliarse, la están pasando peor, imaginen si el profesor colombiano no hubie­se contado con su hijo y estuviera a merced de la burla de esos alumnos que reciben una educación superior, como la chica que ayuda a sus profesores aquí, pero les ha faltado mucho por aprender. Estos muchachos no han sido formados en el amor, en la empatía, en el respeto y la solidaridad. Su educa­ción, como la de los profesores analfabetos tecnoló­gicos, se ha quedado coja en medio de esta pande­mia. Ojalá y que no vengan a enterarse de lo que les falta cuando ya sean viejos, como les ha pasado a sus maestros.

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