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FÁBULAS EN ALTA VOZ

¿Y si me acostumbré a mi casa?

El hecho de tener una casa hoy nos demuestra que no es solo un lugar para vivir. El coronavirus nos ha hecho reflexionar sobre las tantas formas que tenemos de reinventarnos.

La diversidad es la que hace el mundo. No todos somos iguales y la igualdad no la tenemos todos. En estos momentos difíciles que vivimos porque al Covid-19 se le ocurrió llevarse hasta nuestra ciudad fabulosa, hay unos que hasta se han acostumbrado a estar en casa. Han descubierto que no se compone solo de cuatro paredes, sino de amor, de calidez, de familiaridad. Han notado que, más que una casa, tienen un hogar.

RINCONES EXCLUSIVOS

En estos dos meses de confinamiento, muchos han sido los que han ido hacia una ruta desconocida dentro de su propia casa. Los que tienen una vivienda con jardín tal vez han tenido la oportunidad de ver nacer una hermosa flor de esas que adornan la primavera. Los que solo tienen una ventana para ver hacia fuera, a lo mejor han notado que a lo externo hay un mundo que se ve diferente desde adentro. Han valorado lo bonito de levantarse y acariciar el día junto a sus hijos, su pareja o su propia compañía, o de acostarse bajo la protección de la Luna con el calor de una familia que al igual disfruta del momento.

TELETRABAJO Y COMODIDAD

Habrá también quienes se acostumbraron a pararse de la cama y conectarse al mundo laboral sin pasar antes por el proceso de bañarse huyendo, colar un café y dejar el reguero para cuando regrese o que lo quite otro, o sin enfrentarse al estrés de los tapones que a veces traicionan y retrasan su llegada a la empresa. Se han dado cuenta que su casa también les da ese aire fabuloso de libertad que se requiere a veces para evitar a esa compañera que todo lo critica o a ese a compañero inadaptado que, hasta en estos momentos de crisis, lejos de apelar a la humildad ha enfilado sus ínfulas hacia la prepotencia.

LO POSITIVO DEL COVID-19

Una vez más queda demostrado que hasta de las situaciones más tristes y difíciles podemos sacar algo positivo. El coronavirus nos ha hecho reflexionar sobre las tantas formas que tenemos de reinventarnos, lo bien que se nos da acostumbrarnos a lo desconocido, y lo magnífico que puede ser visitar ese lugar de nuestra casa que ni si quiera sabíamos que existía o, lo que es diferente: agradecer a Dios por ese techo que tenemos sea o no el que queremos o creemos que merecemos. El hecho de tener una casa hoy nos demuestra que no es solo un lugar para vivir, sino un espacio que sirve de oficina, de hospital, de iglesia, de gimnasio, de diversión, de albergue y, lo más importante, de centro de terapia para salir al nuevo mundo siendo mejor persona.

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