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PANDEMIA

Duelo y coronavirus: Nuestros muertos hoy son números

En estos tiempos difíciles muchos se estarán preguntando, ¿quién nos ayuda a pagar esa deuda con nuestros muertos, esa caricia pendiente en agonía, el tomarle las manos y verlos de manera digna?

Estamos devastados por los estragos físicos y emocionales del nuevo coronavirus (COVID -9), que nos sigue ganando terreno, en la mayoría de los casos por la imprudencia y la resistencia a seguir normas, pues algunos dominicanos observan las reglas como el que mira las estrellas, “desde muy lejos”. Qué pena.

Voy referirme a un tema que casi nadie quiere tocar, la muerte, el duelo y los efectos que de por sí causan en nosotros. Es triste aceptar que esta epidemia nos ha robado muchas cosas, entre ellas la tranquilidad y la oportunidad de una despedida final. Sencillamente nos ha matado dos veces, primero nuestros seres queridos y luego nos impide hacer ese necesario cierre emocional ante esa partida. El COVID-19 ha despojado a nuestros muertos de toda dignidad, y créanme que eso duele, pues esta situación agrava el dolor de los que estamos vivos, pues nos anula ese derecho a decir “adiós” o un “hasta siempre”. Morir sin familia, sin amigos, y teniendo como única compañía la lúgubre e impersonal bata de hospital y luego los familiares observar la terrible imagen de nuestro pariente en una apretada y oscura funda de plástico, definitivamente nos abre una herida imposible de curar, pero si de manejar. Por ahora nuestra única alternativa es confiar en las personas que nos entregan un ataúd o unas cenizas, sin ninguna certeza de que sea nuestro familiar, como está pasando en algunos países. En nuestro país todavía la entrega de cadáveres no ha sido tan traumático. En estos tiempos difíciles muchos se estarán preguntando, ¿quién nos ayuda a pagar esa deuda con nuestros muertos, esa caricia pendiente en agonía, el tomarle las manos y verlos de manera digna?

Si lo pensamos bien, “nadie”, pero los profesionales de la conducta pueden ayudar a realizar ese tránsito y a canalizar de manera correcta ese dolor.

Lo primero es tener claro que al siquiatra y al psicólogo solo van las personas que tienen la valentía de hacerse cargo de sus emociones para reparar y dejar de repetir. Por lo que es preciso utilizar la plataforma que el Estado te pone a disposición para ayudarte en estos momentos. (Aurora MSP COVID19) o cualquier otro recurso disponible. En la República Dominicana, un país con una alta tradición católica, donde acostumbramos a acicalar nuestros deudos, a vestirlo con la ropa que más le gustaba, verlo envuelto en una funda es muy triste, realmente una tortura. Los funerales vetados son una tragedia, y pensar que nuestros parientes han muerto sin encontrar a alguien que les coloque un teléfono al oído para despedirse o escuchar una palabra de aliento, eso duele. Las emociones están a flor de piel y nos quedamos con el peso en nuestra conciencia de que ese ser querido que falleció lo hizo con la sensación de que lo abandonamos, dejándonos al mismo tiempo un amargo sabor de boca y un fuerte dolor en el corazón. ¡Qué impotencia! Sin acompañamientos ni ritos, es como si no hubiera pasado, es una impresión de irrealidad, pues el solo hecho de no poder decir adiós, duele más que la muerte misma. Esta realidad que estamos viviendo cada día pone de manifiesto la importancia de la salud emocional frente a la enfermedad, por lo que se hace necesario implementar una serie de protocolos sobre cómo afrontar pandemias. Ese acompañamiento durante el duelo y aprender a manejar el mismo es posible si tomamos en cuenta las siguientes recomendaciones:

- Un teléfono y las redes sociales juegan su papel positivo hoy en día, utilícelo. - Socialice el dolor, llore, desahóguese. - Cuéntele a alguien historias sobre ese ser querido que se fue - Coloque a manera de terapia una foto de su ser fallecido y dígale todo lo que le faltó decirle, lo mucho que lo quiere, pídale perdón. Esa catarsis es necesaria. - Escriba una carta a su deudo y explíquele sus sentimientos; en ella deje salir esa mezcla de pena, rabia, dolor, vergüenza, culpa, crítica, alivio y desahogo por la situación que estamos viviendo, eso le dará alivio. - Vístase y arréglese de la manera que le gustaba a su deudo. - Busque acompañamiento para poder gestionar la frustración y la impotencia - Rece, ore y pídale a Dios. - Pida ayuda en línea, hay psiquiatras y psicólogos que de manera gratuita lo estarán apoyando.

Finalmente, esperemos, tengamos paciencia, esto terminará y, aunque prematuro, me atrevo a adelantar que nos uniremos para compartir una gran “Eucaristía Colectiva”, un gran “Memorial Masivo” en honor a todos los que se han ido en esta pandemia. Allí podremos darnos los abrazos y la esperanza que servirá de consuelo para todos.

Hoy, quédate en casa.

________ * La autora es psicóloga clínica y especialista en Psicometría.

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