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COSAS DE DIOS

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A Nueva York llegó un avión, desde Georgia, cargado con médicos y enfermeras, la mayoría retirados, que ya estaban disfrutando de un descanso, pero ante el grito de auxilio del alcalde Andrew Cuomo, debido a la pandemia que azota al mundo, empacaron, dejaron la comodidad de sus casas y partieron para servir en hospitales atestados de pacientes que sufren una enfermedad mortal, contagiosa, sin una cura disponible aún. Es decir, esos médicos y enfermeras, para ayudar a unos extraños, decidieron jugarse la vida.

El padre Giuseppe Hablaba con una pariente sobre acciones de generosidad, de heroísmo, protagonizadas por gente común no solo en Estados Unidos. En Italia, por ejemplo, el sacerdote Giuseppe Berardelli, de 72 años, cambió su vida por la de un joven, le cedió el respirador que los feligreses de su parroquia habían comprado para él. Su pueblo despidió a este cura, a quien no pudo enterrar, con una marea de aplausos desde los balcones.

¿Y nosotros? Resulta paradójico que en esos países, donde la gente suele ser más fría, distante y menos cariñosa que nosotros, en medio de la crisis del Coronavirus, se han producido gestos que muestran lo mejor del ser humano. Pero, lo digo con dolor, siento que aquí, ha provocado un efecto distinto. Cuando las autoridades quisieron trasladar a otra comunidad enfermos que ya no cabían en el hospital de San Francisco, hubo una protesta. Lo mismo ocurrió en el Este. ¿Entendible?, ¡claro!, si el paciente a quien le están buscando un lugar no eres tú o alguien a quien amas.

El egoísmo La amenaza real de muerte que pende sobre nuestras cabezas, el coronavirus ha sido más letal aquí que en cualquier otro lugar del mundo, si partes de los afectados, los sanados y los fallecidos, vino a sacar lo peor de nuestra naturaleza humana: el egoísmo. El sálvese quien pueda, que prima en países como el nuestro carentes de institucionalidad, representa un elemento terrible en medio de esta tragedia. En muchos casos, personal sanitario, policías, empleados de supermercados y de bancos, han tenido que buscar sus propias mascarillas y guantes para protegerse en lugar de que se los proporcione el estado o las empresas a las que sirven. También, personajes que no entienden que si esto sigue no habrá ni quién vote ni a quién elegir, porque si hay algo que ha mostrado este virus es que no respeta status, siguen tratando de sacar capital político de esta situación monstruosa que ha hecho pedazos nuestro modo de vida.

Lo peor Es decir, salvo honrosas excepciones, lo peor de nosotros está saliendo a flote porque, en situaciones como esta, es como si la vida nos exprimiera el corazón, y cada quien suelta lo que lleva dentro.

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