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COSAS DE DIOS

Cerca

El coronavirus nació a 14,500 kilómetros de aquí, y fue diagnosticado por primera vez el 17 de noviembre de 2019. Cuatro meses después, el pasado 17 de marzo, existe la posibilidad de que atravesara la puerta de mi hogar, por medio de mí o de personas que estuvimos en contacto con un médico diagnosticado con esta enfermedad.

La noticia

Lo cierto es que cuando me enteré que el doctor que, en esos mismos días le salvó la vida a una paciente cercana a mí, había dado positivo al virus, recibí un susto de muerte. Lo supe por las redes sociales y, en ese momento, estaba junto a alguien vulnerable desde el punto de vista médico, además, tampoco mi organismo está en su mejor momento para enfrentar ese mal, de manera que me sentí culpable de haberme expuesto.

La llamada

Desde que llegué a casa, llamé al número de emergencias, señalado para estos casos, y me extrañó que la persona que me atendió, con prontitud, debo decir, no preguntara mi nombre, ni los de aquellos que pudieron estar en contacto con la persona infectada. Solo me recomendó beber mucha agua y permanecer, junto a mis hijos, en cuarentena. Eso hago. Hasta ahora, a Dios las gracias, estamos bien.

Apenas empieza

La joven con quien hablé, también me dijo que la prueba no estaba disponible a menos que presentáramos síntomas. Luego, vi el caso de un joven dominicano, de 35 años, que estuvo en España el día 5 de este mes y regresó el 13. Él ha presentado muchos de los síntomas del coronavirus, incluyendo fiebre alta, según cuenta en un video que colgó en Facebook, pero durante una semana anduvo de un lado al otro sin lograr que lo sometieran a la prueba. Y eso que aquí apenas empieza la epidemia.

La ventaja

Todos sabemos, que cuando la enfermedad avanza, en países mucho más ricos y desarrollados, que República Dominicana, han tenido que escoger entre quién vive y quién muere, el miércoles, en un hospital de Queens, fallecieron 13 personas, y que el comportamiento del virus ha variado, acabando con la vida de niños y jóvenes que estaban sanos al momento de contagiarse. De manera que la única garantía de que sobreviviremos es evitar, por todos los medios, que nos alcance. Ninguna medida de prevención es excesiva, sigamos en nuestras casas y extrememos la higiene. En medio de esta tragedia, tenemos una ventaja: la población creyente, en este país, es aún la mayoría. Vamos a orar sin parar, a toda hora, cuidémonos y oremos, que nunca se sabe qué tan cerca anda este mal, por muy lejano que nos parezca.

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