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FÁBULAS EN ALTA VOZ

Y el bienestar del ministro de salud, ¿qué?

Los representantes de la Salud Pública de los países afectados por el Covid-19 tienen una ardua tarea. Además de ser seres humanos expuestos por demás a contraer el virus, tienen sobre sus hombros la responsabilidad de dar respuestas a la situación. Al nuestro, que es el doctor Rafael Sánchez Cardenas, lo tengo colgado del alma. Desde antes de conocer el primer caso en el país, ya estaba sometido al escrutinio público por la inevitable “visita” del coronavirus a República Dominicana. Evidentemente, no ha tenido un día de descanso.

Lidiar con la suspicacia Me apena ver cómo no solo debe estar atento a las cifras que se manejan con respecto a la situación nacional, sino cómo debe hacer frente a las informaciones distorsionadas, a las quejas, a comentarios que se han convertido en la ‘constante’ cada vez que se emite un boletín: “Eso dice él, pero son más”, “este país está cundío’ de contagiados”…, en fin, es agobiante dar la cara ante una realidad tan delicada como esta.

¿Nos hemos puesto en sus zapatos? Creo que no. Y de verdad, no es una defensa a un servidor público, es una reflexión ante el respeto que merece un ser humano que ha tenido que olvidarse como el resto, de los abrazos y de las demostraciones de afecto, pero sin poder estar en la cuarentena con su familia, la que la mayoría guarda para protegerse del virus.

Estado emocional Me preocupa saber que él, como las demás personas que atienden estos casos y dan seguimiento a la ruta que lleva el monstruo del Covid-19, no puedan darse el lujo de trancarse a llorar, de prestar atención a sus emociones, de controlar su ansiedad y de hacer frente a la impotencia de saber que nuestro país no está preparado para lo que tiene encima. Todo eso deben guardárselo porque su prioridad es que la ciudadanía se mantenga a salvo.

¡Vamos a apoyarlo! Como población, vamos a darle a él, a su equipo y a todos los que se arriesgan por nosotros el mejor respaldo que se les puede dar: Quedémonos en casa, que es el mejor lugar para cerrarle las puertas a una pandemia que tiene al mundo de rodillas, y que al mismo tiempo, es el espacio más seguro para planificar la estrategia que nos ha de devolver nuestra cotidianidad. Construyamos juntos esa ciudad fabulosa que a partir de ahora, todos nos merecemos por ser obedientes y reconocerle al Todopoderoso, que solo Él lo puede todo. ¡Apoyemos al ministro!

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