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REFUGIO FILOSÓFICO

Las vices: Entre la misoginia y la filosofía

Sylvana Marte

Sylvana Marte

Desde el anuncio de reelección de la vice presidenta del país, Margarita Cedeño, donde afirmaba seguir al lado del partido contrario a su esposo, hasta la presentación de las candidatas por el Partido Partido Revolucionario Moderno, Raquel Peña y Sergia Elena, por la Fuerza del Pueblo, hay un estallido de comentarios misógino hacia ellas.

Aunque, para ser sincera ninguna de ellas han sido el referente a favor de las demandas de las mujeres para alcanzar la igualdad, dos de ellas con vasta experiencia en la política, una no, o por lo menos en lo que he podido investigar, aunque esto es otra columna. Pese al infortunio de la aclaración ante expuesta, debo admitir que el tema de la misoginia es tan viejo como la humanidad misma, aunque, hay etapas históricas en que se concentra más que en otras. El significado de misoginia constituye la actitud y comportamiento de odio, repulsión y aversión por parte de un individuo hacia las mujeres. Etimológicamente, tiene su origen griego misogynia, compuesta por miseo que se traduce como odio, gyne que expresa mujer y el sufijo –ia que significa acción. (Las etimologías son importante porque nos permiten comprender los conceptos). En su mayoría, se relaciona con la violencia hacia la mujer y, el feminicidio, pero en algunas ocasiones es aplicada a las propias mujeres que desprecian y menosprecian a otras. El machismo comprende desde las más evidentes conductas públicas hasta las más sutiles manifestaciones como es el caso del lenguaje. Aún me sorprendo y cuestiono, cómo es que intelectuales, que han hecho tantos aportes al pensamiento y a la acción social, puedan “despachar todo su asco” con comentarios tan desfasado y discriminatorio hacia las mujeres. El filósofo francés, Jacques Derrida, dice una frase que trato siempre de reflexionar: “No hay nada fuera del texto”, argumentando que no existe nada hay fuera del lenguaje. “No conocemos otra forma de acercarnos a la realidad que no sea a través del texto: lo que no puede ser enunciado no puede ser concebido”. Es decir, lo que hablamos es ideología, son hechos, es nuestro ser… No hay forma de desligarlo. Si expresas una frase o un comentario machista es porque eres machista. Esto no es nada nuevo, la historia de la filosofía está plagada de pensadores llenos de prejuicios, Aristóteles, por ejemplo, quien consideraba a las mujeres como maquinas reproductoras y que su deber era exclusivamente la crianza. Aristóteles se negó categóricamente a que las mujeres seamos llamadas “humanas”. Hay que apuntar que, en la Escolástica, una corriente que intenta explicar la existencia de Dios a través de argumentos filosóficos y racionales, tienen con fuertes influencias aristotélicas, así que entender por qué en las iglesias impera el machismo. La institución eclesiástica de la época predicaba a favor de la superioridad del hombre sobre la mujer y es desde ahí donde se establece que la mujer es el sexo débil.

Durante el racionalismo, Rousseau defendía que varones y mujeres no podían tener la misma educación y que sólo eran un objeto reproductor sin voluntad, sino que están hechas para complacer al hombre, todo lo demás es secundario. Hegel planteaba que “no están hechas para las ciencias más elevadas”, Freud que “La mujer es un hombre incompleto”, mientras que Kant creía en la superioridad del hombre sobre la mujer. En fin, la filosofía atraviesa todo, hasta el machismo y los pensadores que no están libres de prejuicios e influencias de su época. Y como me dicen algunos profesores, que hay que tener en cuenta la “historicidad”, y que son personas “de su tiempo”, un discurso que no les exonera, pero que, hasta cierto punto, puedo hacer el esfuerzo de comprender… me pregunto si los que hacen comentarios misóginos hacia las candidatas a la vicepresidencia, ya sea por los medios de comunicación, en actividades públicas o privadas y hasta en las redes sociales: ¿son frutos también de la época? En definitiva, la misoginia está tan dentro de nosotros y nosotras, que hay que hacer un ejercicio frecuente de escucharnos, reflexionarnos y pensarnos. Tener la humildad de saber que esto es un proceso donde llevamos una lucha interna constante contra ese dispositivo con el que vamos reproduciendo el Sistema Patriarcal, es difícil… pero no imposible.

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