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COSAS DE DIOS

Un cristiano en Grandes Ligas

Llevaba puesto el vestido de mis quince años, que mi mamá había modificado de largo a corto. Ella iba de novia y tenía 19 años. Era la primera de mi grupo de amigas y vecinas de la calle Asomante, en El Seibo, que se casaba. ¿El hombre a quien unía su vida para siempre? Nada menos que un pelotero de Grandes Ligas, Tony Fernández.

Sin derroche No hubo derroche, fue una ceremonia humilde, en la casa de la novia, que ya vivía aquí, en la capital, y quien, pese a la sencillez de su fiesta, lucía radiante, con una enorme sonrisa. Recuerdo el alboroto, todos apretujados en la pequeña sala y cómo, junto a un grupo íntimo, nos marchamos para seguir la celebración en la discoteca de un hotel de la ciudad, donde pasaron los novios su primera noche de casados.

La novia ahora viuda Recordé esa boda hace unas semanas, cuando vi a aquella novia risueña convertida ahora en una viuda llorosa, quien, junto a sus cinco hijos, enterraba al que fue su marido por más de 35 años. Clara Guzmán es el nombre de la joven a la que aplaudí como novia y que ahora, convertida en una mujer madura, como yo, acompañé como viuda.

Peloteros Tony, su marido, acumuló guantes de oro en las Ligas Mayores, pero durante su funeral no me impresionaron las cifras, más bien, recuerdo las palabras de gratitud y admiración de sus amigos y compañeros. Jorge Bell recordó sus intentos inútiles por tentarlo a que se tomara una cerveza. No lo convenció. “Ahora hay muchos creyentes -dijo Bell- pero Tony abrió camino, representó a Jesús en las Grandes Ligas”. Joan Guzmán evocó que Tony se instalaba en la parte de atrás del avión o el autobús y hasta allá lo seguía él para escuchar sus consejos, en los que Dios estaba siempre presente. Lo mismo dijo Alfredo Griffin, un veterano a quien Tony sustituyó como shortstop y que lo recuerda con gratitud porque le hizo entender que la vida seguía cuando se acababa el juego.

Una estrella en el cielo Todos coincidieron en que Tony fue un pionero en la promoción del Evangelio entre los peloteros, un cristiano en Grandes Ligas. Yo recuerdo a ese novio feliz, que llevaba a su dulce Clara del brazo, aquella lejana noche en que se casaron, como un hombre vertical, un esposo enamorado, que amaba a su familia, y un creyente a rajatabla. Por eso, no dudo que, así como Tony fue un cristiano en Grandes Ligas, ahora será una estrella de béisbol en el cielo. Si Dios lo permite, allá nos vemos.

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