Resoluciones de cuaresma

He iniciado varios ayunos de cuaresma, ese ejercicio que hacemos los cristianos de sacrificar, durante cuarenta días, algún placer del cuerpo o del espíritu para purificar nuestra alma. El primero en hacerlo fue Jesús, nosotros intentamos seguir sus pasos.

El más fácil Empecé por suprimir el azúcar, como lo he practicado otras veces, me resulta fácil. Todo está en acostumbrarse. Cierta vez, pasé tres años sin endulzar los alimentos y eso ha devenido en que prefiero tomar amargas algunas bebidas, como el té. En principio, parecía difícil pero el paladar se habitúa rápido. De manera que, bien que mal, salgo adelante con esa resolución de Cuaresma.

La paz sin chats Creía que me iba a quedar con ese ayuno pero, como a muchas otras personas, la tecnología me roba, a veces, la paz. Así que incluí chats en el ayuno. Ojos que no ven, corazón que no siente, por lo que la acumulación de mensajes me molesta cada vez menos, ahora, y tengo una gran paz. Debí hacerlo antes, no solo en Cuaresma. Por supuesto, reconozco que este ayuno es más complicado que el del azúcar, no tienes dulces y bebidas todo el día a mano, pero el celular sí, aun así, le sugiero hacerlo, de que se puede, se puede.

¿Sin bocina? Creía que no ayunaría más, pero conduciendo en la ciudad, hice un berrinche tan grande, por la imprudencia de una señora, que decidí hacer el ayuno más difícil, ayunar del desahogo personal cuando los otros nos perturban. Voy a prescindir de la bocina, decidí entonces. Parecía fácil. No tocar la bocina en el caos de Santo Domingo es una proeza alcanzada por mi autocontrol, puesto a prueba, durante unas tres horas, con esfuerzo titánico, al final, con un impulso, terminé en derrota. Sin dudas, resultó el ayuno más difícil aunque, para ser honesta, ninguno ha sido fácil, por algo el dominio propio es la tarea más retadora de todo ser humano. Es la primera lección aprendida, en carne propia, de estas resoluciones de cuaresma.