Fábulas en alta voz
El perdón y el arrepentimiento
Por ser humanos, todos estamos expuestos a cometer errores. Tras ellos, viene un río de sentimientos encontrados. Es ahí cuando a quien ofendemos le damos la potestad de condenarnos a salvarnos. Pero, ¿qué sucede con esa búsqueda de perdón? La respuesta es compleja, pero todos la tenemos: puede venir o no venir, depende de cómo estén las emociones de la persona ofendida, y lo más importante, si hay un verdadero arrepentimiento.
Perdonar 70 veces siete Esta es una frase de mucho peso del Señor, que quiere decir que siempre hay que perdonar, porque ¿quiénes somos nosotros para juzgar a los demás? No nos damos cuenta que a veces hemos cometido errores peores que los que no perdonamos. No nos damos la oportunidad de ver que contribuimos a que la persona a la que perdonamos haga cambios positivos en su vida. Mientras más grave sea el error perdonado, más compromiso de transformación puede asumir el que yerra.
Un funcionamiento fabuloso Para poder entender qué conviene hacer cuando somos víctimas de las acciones de un error cometido por otra persona, me trasladé a una ciudad fabulosa donde cumplen al pie de la letra los mandatos divinos. Allí siempre perdonan. Para ello se basan en la realidad de que Jesús siempre lo hace y más grande y poderoso que cualquier mortal. Su posición la fijan tomando en cuenta los aportes que pueden generar a quien ha hecho daño para que recapacite y sea merecedor de confianza, de credibilidad y sobre todo, de la compasión divina.
Simples mortales En aquella ciudad fabulosa todos sus habitantes están claros en que el ‘día más claro llueve’ y en que ‘hoy por ti, mañana por mí’. Con eso se desempeñan en la familia, en la amistad, en las relaciones laborales y de pareja. Ponen en una balanza lo positivo y negativo de la persona que yerra, y se dan cuentan que se inclina hacia lo bueno, porque saben un error, aun sea repetitivo, lo comete cualquier. Por ello, se quedan siempre con la bondad, con el amor, con el compartir y con todo ese manojo de buenas cosas que nos ofrecen las personas a nuestro alrededor.
En la realidad De vuelta a nuestra realidad, nos damos cuenta de que somos más felices cuando despojamos de rencor nuestro corazón, cuando logramos con nuestro perdón que el otro aprenda de nuestras acciones, se arrepienta de lo cometido y evite seguir dañando a su semejante. En el camino hacia el perdón, nosotros también somos perdonados.