Santo Domingo 23°C/26°C thunderstorm with rain

Suscribete

COSAS DE DIOS

Una sola celebración

Era 31 de enero del 2002, llegabas al mundo y, como ahora, el país se recuperaba de la resaca de la serie invernal de béisbol. El augurio era que te sumarías a los fanáticos azules. Yo apostaba a que no, que serías escogidita, como tu mamá y tu abuelo. No acerté. Desde pequeño me echabas en cara si el tigüere aruñaba al león. Pero no me quejo, nadie es perfecto. Si no fuera por ese pequeño detalle, habrías sido casi un ángel.

¿Bello? Escuché tantas veces, cuando aún te llevaba en brazos, que eras lindo y, la verdad, tienes muchísimo que envidiarle a mi adorado Chayanne. Lo que te favorece no es el color de los ojos, de la piel o el pelo. Cuando eras niño, encandilabas por la frescura con que te atrevías a asumir los retos, la alegría que no te abandonaba ni con una fiebre alta o aun cuando la suerte no te favorecía.

Un maestro Se supone que yo debía enseñarte cosas, pero me enseñantes tanto, sin palabras, con tu actitud ante la vida. Esa disposición de hacer limonada cuando te llegaba un limón y esa certeza de que a tus manos llegaría, siempre, lo mejor. Y te sobraba energía. Vivías con tanta prisa que terminabas las tareas primero que otros 30 alumnos de tu curso porque no sabías lo que era andar despacio.

Pequeños defectos Con la misma velocidad, tenías las respuestas en la punta de la lengua, como decía tu abuela, y eso, a veces, te traía problemas. Como dije, nadie es perfecto. Si no fuera por la prisa, y la capacidad de reacción, habrías sido casi un ángel. Eso, junto a la desgracia de que eres liceísta, te borraba la aureola un poco. Pero no impedía que casi todo el que te conocía te amara. Que preguntara por ti gente que nunca te había visto pero se enteró de tus travesuras a través de esta columna. Es tu nombre el que siempre recuerdan: ¿Y Jorgito?, me preguntan todavía. Supongo que será porque de los tres hermanos eras el más travieso, el pequeño ángel al que, según algunos calumniadores, a veces le salen cachitos.

18 años Y ahora ya cumples 18 años. Y el apodo “Chiquitico” no te gusta, me miras extraño cuando lo utilizo. Y hay muchachas que te sonríen con picardía, porque ya no eres un niño, ni un ángel. Nadie lo es en este mundo. Pero, igual, cuánto amor puedes inspirar y que regalo tan grande has sido. Lo de liceísta, se perdona, por cierto, mis condolencias. Este año no tendrás celebración doble, Los Toros te aguaron la fiesta. Pero sí espero que vuelvas a festejar un feliz cumpleaños, y muchos más. En este día, pido a Dios que, de adulto, seas siempre tan especial como fuiste de niño.

Tags relacionados