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COSAS DE DIOS

Aunque nos creamos buenos

La frase parecía inocente “Pero él es bueno...” me dijo un conocido sobre alguien cercano a mí en el pasado. No respondí. La conversación derivó hacia otro tema y nos despedimos. Pero volvimos a coincidir, tocamos el asunto y, de nuevo, escucho la misma frase “Pero él es buenoÖ” Así se repite en tres o cuatro ocasiones hasta que zanjo su curiosidad con una respuesta breve: sí, es una buena persona. Ya había entendido que intentaba sacarme información sobre un asunto personal, que no es de su incumbencia. Lo catalogué como el comportamiento previsible de un chismoso. Pequé de ingenua.

Trampas verbales Me enfrenté a la misma odiosa técnica por parte de una persona, en apariencia, tan incapaz de un ardid semejante que tardé en comprender su intención, la verdad, no me lo esperaba. Guardé silencio, varias veces, hasta que, en la última ocasión, respondí que sí, que era correcta esa valoración, exagerada de su parte, con relación a un conocido común. Debió sentirse decepcionada porque, después quedó claro, ella quería que yo le rebatiera y señalara los aspectos negativos del individuo en cuestión. Esa treta, me indignó.

Mal por bien Quien me tendió la trampa parece una mujer transparente, directa y de sentimientos nobles, de modo que sentí una gran decepción al ver que pagaba mi simpatía sincera empujándome a emitir un juicio que habría herido a una persona cuyo afecto valoro mucho. Por ingenuidad, confiando en ella, pude haber respondido con honestidad señalando los fallos de mi amigo, que no disminuyen el afecto que me inspira. Habría cometido un grave error. Lo ocurrido provocó en mí interrogantes, ¿qué nos impulsa a poner trampas verbales a los otros para sacarles información? ¿Denota esto perversidad?

¿Perversos?, sí En mi opinión, cada individuo tiene la llave que abre el expediente sobre su vida y su visión sobre los demás, y todos deberíamos poder escoger si deseamos compartir esa información. Utilizar engaños para enterarnos de la vida personal o la percepción ajena sobre los otros, es un acto mezquino. Si nos creemos buenas personas, pero nos valemos de trucos sucios, como esos, nos toca revisarnos. Me decía un sacerdote amigo que el cristianismo no es una religión sino una forma de vida, que lo que intentamos, quienes creemos en Dios, es imitar el comportamiento de Jesús. Pues, en La Biblia, encontré lo que piensa Jesús de los hipócritas y tramposos, por ejemplo, los fariseos.

Sepulcros Según La Biblia, Jesús esquivó muchas trampas verbales, como esas a las que fui sometida, que le tendían a él los fariseos. A ellos, el Hijo de Dios los llamó “sepulcros blanqueados”. Y es que de nosotros hablan nuestras acciones, aunque nos creamos buenos.

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