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FÁBULAS EN ALTA VOZ

La gran víctima: la familia

Primero que todo, agradecer a Dios por dejarnos ver este nuevo año y permitirnos desearnos tantos parabienes aun sabiendo la realidad que enfrentamos en un mundo con un panorama cada vez más sombrío. Pero no vamos a dejarnos vencer por las garras del maligno, que ya dejó su estampa en las familias de mujeres víctimas de los feminicidios, los cuales dieron un inicio sangriento al año 2020 en nuestro país.

No nos cansemos La noticia de estas muertes llegaron como un balde de agua fría, no solo a sus familiares, sino a todos los que sufrimos la ocurrencia de estos casos que colocan a República Dominicana entre los países con mayores índices de violencia de género. Sin embargo, no podemos amedrentarnos por ello. Es tiempo de que se busque solución pensando en el bienestar de la familia. No tratar de manera individual al hombre y a la mujer.

La psicología inversa Tal vez algunos me crucifiquen por este concepto, pero es tiempo de que estos casos reciban una respuesta más contundente, basada en educación familiar, en formación de hogar; no buscando un verdugo y una víctima; no poniendo a sonar una sola campana, sino escuchando e investigando a fondo cada denuncia, y más que todo, usando la psicología inversa para evitar que en algunos casos la impotencia genere más violencia.

Personas que trabajan Aunque hace falta que vivamos en una ciudad fabulosa donde se respete la vida, en el país hay gente que con su trabajo en el área están apostando a lograr este ideal. La magistrada Andrea Villa Camacho, directora de la Dirección Contra la Violencia de Género del Ministerio Público, es solo una de las personas que trabaja día y noche para evitar la agresión contra la familia. Su nombre sale a relucir porque he venido dando seguimiento a su trabajo, y lo mucho que le afecta que la lista de feminicidios se engrose.

Todos debemos aportar “Es como si no valiera la pena todo lo que hacemos, trabajar sin horario, dar seguimiento...”, es una cita de uno de los comentarios de Villa Camacho, a lo que de manera particular agrego: no hay que desanimarse. Es cuestión de que todos estemos vigilantes de la situación que no solo sepulta a mujeres, sino también que debilita a nuestras familias porque algunos de sus victimarios también mueren o terminan en la cárcel, y ello contribuye a que vayan creciendo niños y niñas huéfanos que pueden repetir ese patrón de conducta. Vamos a unirnos todos como sociedad, como país porque la verdadera víctima de estos casos, es la familia.

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