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COSAS DE DIOS

Nosotros, los escépticos

La gente que tiene fe en Dios no siempre tiene fe en el prójimo. Por referencia de terceros, contacto a cristianos cuyos testimonios de conversión han hecho que otras personas piensen en ellos para dar a conocer sus experiencias en este espacio pero, muchas veces, percibo miedo, desconfianza. La suspicacia de aquellos que esperan descubrir, siempre, un propósito oculto detrás de lo que aparenta ser desinteresado.

No creen en los otros Estos testigos del amor de Dios, maduros en la fe, probablemente, creen en el Señor pero se les hace difícil creer en su prójimo. Supongo que mucho más cuando escuchan la palabra “periodista”. De nosotros se dicen más agravios que halagos. Sobre los hombros de la prensa algunos colocan, incluso, la carga de los males sociales. Es frecuente, cuando escuchas análisis sobre las situaciones que destruyen a la familia actual y los valores, que se haga mención de nuestro papel en todo ese desastre. Aparece quienes nos culpan hasta de la ineficacia del sistema. Como un ciudadano a quien escuché quejarse, en una oficina de Impuestos Internos, porque llevaba cinco hora esperando para pagar y terminó calificando a la prensa como vendida, bocinas, ya que, según él, nadie denuncia lo que sucede en este país.

Medidos igual Nos ocurre como con el niño que se porta mal y miente que, cuando actúa bien y dice la vedad, nadie le cree. Nos juzgan a todos partiendo de quienes llevan caretas de decencia y equidad, propagadores de arengas morales que nunca han llevado a la práctica. Así las cosas, resulta difícil reconocer cuando un periodista escribe justo lo que piensa y es coherente con lo que dice.

Dar testimonio Pero a los que están sentados del otro lado, leyendo lo que nosotros escribimos, quiero señalarles un punto. Puede que usted critique el contenido de los medios, pero desecha la oportunidad de que sean diferentes, por ejemplo, brindando testimonios como los que yo trato de recabar. Y, que conste, entiendo las dudas de quienes evaden contar sus historias. Yo, también, dudo de los otros.

Sobran milagros Es fácil juzgar a quienes no confían en mí, al no contarme sus testimonios, pero reconozco que también me resulta difícil confiar en la bondad y buena intención de los otros. Y soy cristina. Somos cristianos, todos. Una contradicción, por supuesto. Confiamos en Dios, a quien no vemos, pero no confiamos en el prójimo, a quien sí vemos. Y es una lástima porque en estos tiempos no faltan milagros, me consta que ocurren todos los días, lo poco frecuentes son los testigos dispuestos a contarlos.

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