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FÁBULAS EN ALTA VOZ

“Un poquito de paz”

Hace unos días conversé con un adolescente, quien como todo un adulto, me puso como tema la política. Abrí mis oídos para escuchar sus inquietudes y si se hacía preciso, ofrecerle algunas respuestas. ¡Qué sorpresa me llevé! Solo se limitó a decir: “Si los políticos supieran que lo único que queremos los jóvenes es un poquito de paz, si un poquito, para poder desarrollarnos y poner en marcha nuestras ideas que son mejores que las de ellos”.

Me quedé pasmada

Al escucharlo, solo atiné a decirme hacia mi interior: “Este jovencito es quien me está dando respuesta a mí de lo que hace falta en el mundo”. No puedo negar que me quedé pasmada al escuchar este deseo, que de seguro es el del resto de su edad. Pensar así no es un mérito mío. Fue él quien me dijo: “Yo sé que así como yo, hay muchos jóvenes, es más, hasta más chiquitos que yo, que lo que tengo son 16 años. Porque es que estamos hartos de estos políticos que se tiran unos con otros y no se preocupan por el país, o por sus países, porque esto es mundial”.

Guardó silencio

Cuando este adolescente habló sobre esta situación política mundial, hizo un largo silencio, y cambió su plática por pensamiento. Se quedó con la mirada perdida y al cabo de un rato volvió a tocar el tema. En esta ocasión haciendo alusión a cómo deberían ser las cosas. Ahí me di cuenta de que sin proponérselo estaba sumergido en una ciudad fabulosa donde la gente es el centro de atención de todo buen político. Reflexionó sobre lo importante que es tener paz y proporcionarla. Me lo hizo saber.

Visita fabulosa

Me contó que en cuestión de unos segundos por su mente pasaron tantas cosas, tantas soluciones para proporcionar a los pueblos la paz, la seguridad y la estabilidad que se merecen. “En serio, si yo en unos instantes pude ver lo fácil que es cambiar el mundo, me pregunto por qué los políticos teniendo las herramientas, los recursos y el poder no lo hacen una realidad”. Señores, me quedé atónita con esta reflexión externada por un adolescente que, en una visita fabulosa pudo ver que en la realidad sí es posible vivir en una ciudad con orden, respeto, amor, igualdad, y sobre todo, con “un poquito de paz”, que es lo que pide a gritos no solo este joven de corta edad, sino un pueblo que ya está harto de tantos abusos.

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