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MUSEO

Las Atarazanas Reales

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Por Luisa De Peña DíazSanto Domingo, RD

Era el año 1987 y cursábamos la materia de diseño en la UNPHU con el arquitecto Benjamin Paiewonsky, maestro del diseño y la arquitectura, un gran formador. Don Benjamin nos asigna el trabajo final de ese semestre: diseñar un museo en la edificación colonial de las Atarazanas Reales, antiguos almacenes de las aduanas coloniales.

A nosotros se nos asignó el tema de Museo del Reloj, recuerdo como si fuese ayer la investigación que hicimos sobre el desarrollo del reloj, la visita al espacio cerrado y cómo rememoré mi primera visita consciente a la zona, una década antes, con la Escuela de Candido Bidó, los dibujos que hicimos sobre la calle de las Atarazanas, la puerta, la muralla, a mi abuelo Juan, a mi madre y sus afanes en ofrecernos la oportunidad de desarrollar nuestra educación artística e histórica.

Debemos admitir que este trabajo de diseño no fue una obra de museografía, pero despertó en nosotros el interés en la materia. Entonces, tres años más tarde, el destino se manifestó a través del arquitecto Eugenio Pérez Montas y nos puso a las Atarazanas de nuevo en el camino.

Era octubre de 1990. Recién regresaba de mis estudios en Estados Unidos y buscaba trabajo, mi abuela Cristina le envió mi currículo a don Eugenio y a fin de mes estaba nombrada como asistente de museografía del entonces en formación Museo Naval de la Atarazanas Reales, allí permanecí como encargada hasta el año 1992.

Este museo era la instalación de una exposición temporal itinerante, preparada con la magnífica colección de objetos rescatados de naufragios de la época colonial en nuestras costas. El montaje era lo usual para la época, muchas piezas, a veces demasiadas, vitrinas, paneles informativos.

Mas de 10 años después, como directora general de museos, de la entonces Secretaría de Estado de Cultura, nos tocó firmar la recomendación más difícil que puede tocarle a una persona en su carrera, el cierre para la remodelación de una institución de la cual fuimos parte de su origen. Esto significó cerrar el capítulo de inicio, el que iba acompañado de inocencia y aprendizaje.

Ahora, al pasar por el frente del Museo de las Atarazanas Reales, el nuevo, el remodelado, no podíamos evitar sentir nostalgia y expectativas, tal vez más de las comunes en estos casos. El vínculo emocional afloraba y trataba de tomar el control.

Al observar los cambios en la fachada, nuestra impresión fue positiva, trasgresora e innovadora, esperamos que la museografía sea retadora y que invite al visitante a adentrarse en el fascinante mundo del comercio marítimo colonial y la exploración arqueológica actual.

Anhelamos con ansias la apertura de este espacio que, sin lugar a dudas, enriquecerá la oferta cultural de la Ciudad de Santo Domingo. Junto a los esfuerzos de modernización de sus instalaciones entendemos que también abrirá sus puertas con un plan de manejo adecuado a los nuevos tiempos, con un organismo supra jerárquico que garantice su sostenibilidad en el tiempo. Existen modelos muy exitosos y que se están replicando acorde a las necesidades y realidades de cada comunidad.

El Museo de las Atarazanas podría convertirse en un referente para el manejo de los museos estatales para que transformen su realidad actual y los encause por el camino de convertirse en una verdadera oferta cultural que fortalezca el turismo tan necesario para el desarrollo de nuestra ciudad.

Existe una organización afiliada al ICOM (Consejo Internacional de Museos), el ICMM (Congreso Internacional de Museos Marítimos) que se describen como “Asociación Profesional Internacional, compuesta por museos marítimos, organizaciones e individuos que comparten los intereses marítimos. Se dedica a mantener contactos mundiales, proporciona un foro para el intercambio libre de ideas en una búsqueda de mejorar la calidad, los estándares de la preservación marítima y de la arqueología náutica y el incentivo de una red de amistad y ayuda mutua”.

Sería pertinente que los encargados de este nuevo museo se acerquen a la comunidad internacional especializada y traten de aprovechar sus experiencias. Citando el proverbio chino: “Sí caminas solo irás más rápido; sí caminas acompañado, llegaras más lejos”.

El público amante de los museos esperamos que la apertura del Museo Naval de las Atarazanas Reales esté próxima.

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