Santo Domingo 23°C/26°C thunderstorm with rain

Suscribete

FÁBULAS EN ALTA VOZ

Respetar el silencio

Callada, muy callada me transporté a una ciudad fabulosa donde hay palabras que no tienen razón de ser. Caminé por sus calles y con mis pies le di calor a su asfalto, con mis labios le sonreí a sus árboles, con mis ojos observé su gente y con mis manos toqué su humildad. Nada más emocionante que enmudecer para escuchar el reclamo de los pájaros, del agua de los ríos y de las gotas de sudor que humedecen los bosques ante la inclemencia de la humanidad contra los recursos naturales.

Mudez en la política En mi ruta por la ciudad fabulosa mi lengua descansaba mientras mis oídos escuchaban el discurso sin fundamento de unos aspirantes carentes de propuestas. A mis ojos les tocaba mirar con detenimiento los abrazos falsos que se repartían a diestra y siniestra en barios empobrecidos, donde los políticos encuentran espacio para acunar sus incumplibles promesas.

Saber escuchar y aprender mirando A través de una mirada a los problemas del país, noté que para decir que no estamos de acuerdo con lo que está o con lo que podría venir, tampoco hay que hablar. Basta con saber escuchar y observar paso a paso cada acción. Con eso aprendido solo hay que utilizar la mano para marcar y hacer valer nuestro derecho. Discutir con familiares, amigos, compañeros de trabajo o desconocidos solo hace daño al silencio que debemos preservar por nuestra paz.

En boca cerrada no entran moscas Rumbo a un paseo edificante para escuchar los ruidos del silencio, aprendí que hasta para hacer justicia no hay que abrir la boca. Orar de rodillas, tener fe en Dios y confiar en nuestras buenas vibras, puede hacer valer la razón. Recordar que a veces hablando hacemos más daño, que hay palabras que no aportan a lo que queremos lograr y que siempre será más efectivo el castigo en silencio que una paliza hablada.

Hablar no siempre es bueno Al regresar de ese paseo fabuloso donde fue posible guardar silencio y darle oportunidad de actuar a los demás sentidos, pude notar que aún en un país como el nuestro, donde parece imposible apelar a la mudez, sí se puede entender que hablar no siempre es bueno, porque lejos de llevarnos a concretar nuestros propósitos, nos conduce al calabozo donde se paga por irrespetar el silencio.

Tags relacionados