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COSAS DE DIOS

La carta de don César

El próximo 20 de septiembre, se cumplirá un año del fallecimiento del periodista César Medina, quien tuvo la gentileza de comentar algunos de mis artículos, aunque nunca nos tratamos personalmente. La primera vez que don César me escribió fue el 23 de mayo del año 2014. La última, el 25 de octubre del 2017, luego de que le dedicara una columna a raíz de hacerse público que padecía un cáncer muy agresivo.

Cerca de la muerte Después de esa última carta, don César viviría menos de un año, y él lo sabía, de manera que, a mi entender, no tenía por qué mentir. Hoy, quiero compartir un fragmento de ese mensaje, que recibí, como una manera de conmemorar este primer aniversario de su partida y, por si, de tanta gente que le adversó, alguien se quiere atrever a conocer, tal vez, otra versión de este periodista y político cuya partida generó comentarios tan crueles, que todavía me asombran. También, por si alguno quiere perdonarlo, o perdonarse a sí mismo, si le injurió sin conocerle.

Estaba preparado “Sigo luchando por mi vida... Es una lucha difícil y desigual pero continuará hasta que pueda. Tengo fe en Dios y aprovecharé al máximo esa convicción cristiana para tratar de vencer un cáncer agresivo que invadió sigilosamente algunos órganos vitales de mi cuerpo.

De no lograrlo, también estoy listo para partir con mi conciencia tranquila porque-- le juro, Alicia--, nunca le he hecho daño a nadie, jamás me he visto involucrado en un hecho punible, nunca he ido a una corte de justicia ni siquiera como testigo, nunca he estado en una cárcel y en casi 50 años ejerciendo un periodismo agresivo y controversial, nadie me demandó por injuria o difamación. No le temo a la muerte, y con este balance a mi favor estoy listo para el juicio final...”

Que reciba la paz Escribo esta columna, además, para llamar la atención sobre el sentido humano que debemos tener ante el prójimo cuando nos referimos a él por cualquier vía, incluidas las redes sociales u otros medios de comunicación. Hoy, me atrevo a pedir oraciones por el alma de don César y, también, por el discernimiento para aquellos que lo insultaron, cuando ya no se podía defender, y que deberán dar cuentas ante el mismo Dios que lo hizo este hombre. Con toda sinceridad, espero que don César, al fin, esté descansado en paz y que también, en estos 12 meses, sanaran las heridas que causó en este mundo a fin de que esa paz se propague a otros.

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