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FÁBULAS EN ALTA VOZ

Puedes callar bocas sin abrir la tuya

Comparto con el escritor brasileño, Paulo Coelho, que lo que importa son los hechos, porque los hechos están ahí. Efectivamente, las palabras se las lleva el viento, como reza un viejo y gastado dicho popular. Y es tomando en cuenta esta realidad, que entiendo debemos manejarnos. No hay que hablar ni decir una sola palabra para callar a quienes utilizan frases inapropiadas para referirse al prójimo.

Apelar a la prudencia Esto le sugerí a alguien que se me acercó para expresarme sobre los improperios con que una persona le había ofendido. Cuando me lo contó, de inmediato me dijo: “Eso sí, que estoy esperando encontrármela para ponerla en su sitio”. Como me había dado participación en el asunto, me limité a decirle que la prudencia es la mejor alma de defensa que tenemos para hacer frente a situaciones de esta índole. Puedes callar bocas sin abrir la tuya, le rectifiqué.

Rumbo a una ciudad fabulosa La convencí de que fuera conmigo a un lugar fabuloso donde solo se habla para agradar a los demás, nunca para ofender. El lenguaje fluye de una manera inexplicable. Dulces palabras, frases con un mensaje halagador y discursos repletos de contenidos enriquecedores que dejan claro que su misión es aportar. En base a este manejo es que construyen los hechos, que se perpetúan de generación en generación.

No es solo hablar, es actuar En aquella ciudad fabulosa la gente trata de edificar su vida con las acciones que le corresponde realizar. No importa cuán duras sean las críticas que alguien te haga, los hechos hablan por ti. Tampoco cuentan los ataques que te convierten en víctima de una lengua “viperina”, pues en este lugar la respuesta la da tu silencio. Sí, ese que significa que no eres como quien te ofende, que los demás te verán como la persona correcta, y sobre todo, que lo tuyo no son las palabras, sino los hechos.

Un regreso reflexivo Al volver de nuestro viaje desde la ciudad fabulosa, la querida amiga solo atinó a decirme: “Mira que bien. Aprendí que es cierto, no hay que hablar para ponerle un tapón en la boca a quienes no controlan su lengua. Con que yo tenga un buen comportamiento, prudencia, honestidad y humildad es suficiente para que esa persona se dé cuenta que habló de más y que tiene que callarse”. Fue con esta expresión que le dio sentido a la frase: puedes callar bocas sin abrir la tuya.

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