FOLCLOREANDO

¿Por dónde caminan los peatones?

Los peatones no somos nada ni nadie, somos los olvidados de las autoridades viales. El lunes, luego de desmontarme del Metro de la Lope de Vega, crucé para tomar un carro hasta la calle Roberto Pastoriza. Tuve que caminar más o menos 300 o 400 metros para abordar uno de los vehículos del transporte público de la ruta, en pleno sol. Le pregunto al chofer que por qué caminar tanto y me dijo que los antiguos “Amet”, ahora Dirección General de Seguridad de Tránsito y Transporte Terrestre (Digesett), no permiten que aborden pasajeros en ese tramo. Le dije que esa vía tiene dos carriles, por lo que los carros podrían estacionarse, por lo menos a 40 metros de la esquina.

Otro día estoy caminando en la calle Roberto Pastoriza de este a oeste y tuve que tirarme a la calle, porque hay un restaurante cercano que tiene las aceras ocupadas, como sucede en otros establecimientos en los que muchos se parquean de modo que no dejan un “chininín” de espacio a los que andan a pie.

Cuando me saludan en la calle se asombran porque me ven de peatona, como que yo no tengo derecho a disfrutar del Metro, del carro público y hasta del motoconcho, Siempre les expreso que estoy estudiando el comportamiento de la gente en el transporte urbano y jamás vuelven a preguntarme, porque se lo creen.

Por ahí mismo hay un taller de mecánica que ocupa todo el espacio y lo peor es que si una persona quiere parquearse ellos no lo permiten, porque parece que compraron la acera.

Lo que sucede en los barrios es más complicado porque, además de tener las aceras y parte de las calles ocupadas arreglando, soldando y pintando carros, lo que no permite que el peatón transite libremente por el lugar idóneo, los vecinos (niños y adultos), además de los mecánicos, están expuestos a intoxicación por plomo.

Los centros de expendio de bebidas no se quedan atrás, se han adueñado de las aceras, colocando sillas hasta en los contenes.

¿Quién regula esta situación tan incómoda?

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