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COSAS DE DIOS

El juego

Era solo un juego. Ni siquiera se trataba de un juego en serio. Ensayábamos para probar las dinámicas del pasado Retiro de Semana Santa, Yo me Quedo, en la Parroquia El Buen Pastor.

Los palitos Nos entregaron palitos de colores a los que debíamos darles un valor, material o sentimental. No lo hice. Para mí, nada más tenía unos palitos en las manos, que una compañera luchaba por quitarme. Mientras yo trataba de arrebatarle los de ella.

A este fin, nos hacíamos preguntas para provocar una respuesta negativa, no, nunca, jamás, palabras prohibidas en ese juego.

Mentiras Cuando perdí el primer palito, y vi la sonrisa triunfal de mi adversaria, le pregunté, ¿eres africana? Ella respondió que sí y yo di por sentado que estaba permitido mentir. De ahí en adelante, nos pasamos la dinámica mintiendo.

Una rival inteligente El asunto está en que mi rival es muy inteligente y comenzó a cuestionarme con relación a valores morales y cristianos que defiendo.

Sin dar mi brazo a torcer, dije a todo que sí. Fue increíble la cantidad de embustes que utilicé, pese a que algo me dolía por dentro, para no perder un palito al que ni siquiera me había dado tiempo de asignarle un valor. Repito, se trataba solo de un palito, y ya.

Afán por ganar En mi afán por ganar, fui capaz de renegar de principios en los que creo. Al final, los facilitadores explicaron que debíamos ser honestos. Una de las compañeras contó que entregó el palito, a quien le asignó el valor de Jesús, porque le preguntaron si renegaría de Dios. Dijo que no, y se resignó a perder a su Jesús simbólico. Esa es la actitud correcta, me dije. Y pensé que, por suerte, mi adversaria no llegó hasta ahí, aunque yo temí, durante todo el juego, que así fuera y me preguntaba qué hacer, ¿renegar de Dios?

Mucho gusto, Alicia Me dije: mucho gusto, Alicia. Acabo de conocerme. Y, desde entonces, llevo una espinita clavada. Me siento como Pedro, el discípulo que, lleno de soberbia, le aseguró a Jesús que nunca lo negaría. Pero bastó que lo señalaran un par de personas para que lo negara tres veces.

En realidad, soy mucho peor porque Pedro se jugaba la vida y yo... nada. Encima, perdí. Mi compañera conservó todos sus palitos, y, como dije, logró arrebatarme uno. Es lo justo. Todo el que reniega de sí mismo, por ganar, termina derrotado dos veces, si lo sabré yo.

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