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Una librería, arte y parte de las revoluciones ucranianas

Una vetusta librería de Kiev ha sido testigo de excepción y protagonista de los cataclismos y revoluciones vividos por Ucrania, desde la independencia de la URSS en 1991 hasta la Revolución Naranja y, más recientemente, el Maidán.

"Fuimos el único negocio que no cerró durante la revolución", relató a Efe orgullosa Oksana Melnichuk, directora de la librería Naúkova Dumka (Pensamiento científico).

No es para menos. Cuando estallaron los disturbios en las inmediaciones del estadio del Dinamo Kiev, casi todos los negocios se vieron obligados a cerrar sus puertas al público.

La barricada de autobuses quemados que taponaba el acceso a la plaza de la Independencia -Maidán- y la incesante violencia convirtieron la zona en la primera línea de frente.

Unos, como la embajada japonesa, tuvieron que trasladarse durante tres meses porque eran incapaces de ejercer sus funciones. Otros, como tiendas o cafés, porque sus empleados tenían miedo de ir al trabajo o porque su clientela les dio la espalda.

En cambio, la librería de la Academia de Ciencias de Ucrania no sólo no cerró, sino que contribuyó activamente al éxito de la revolución.

"De un día para otros nos encontramos en el corazón de las protestas. Pero nunca se nos pasó por la cabeza cerrar. No somos un negocio, somos una librería", explica.

Melnichuk, que fue desde un principio una firme partidaria de las protestas, recuerda que la librería se llenó de jóvenes en busca de refugio.

"Les cargábamos los teléfonos, les dábamos bocadillos, té y hasta ropa", destaca.

De ser una librería se convirtió en una biblioteca en la que los manifestantes se sentaban a leer durante horas.

"No siempre compraban los libros que leían, pero muchos sí lo hicieron. Lo que es seguro es que entonces teníamos más clientes que ahora", admite resignada.

Con el paso de las semanas, comenzaron a cerrar los negocios en la Avenida Kreschatik, pero la Naúkova Dumka sólo estuvo dos días sin abrir sus puertas -los más violentos- y porque el metro dejó de funcionar.

"En cuanto el metro volvió a funcionar, abrimos. Nunca sentí miedo. Me fui acostumbrando a la atmósfera revolucionaria. Fue una época muy interesante. Conocimos a mucha gente", comenta.

Algunos de aquellos jóvenes interesados en la historia de Ucrania aún vienen ahora a darle efusivamente las gracias por darles cobijo.

"En realidad, ellos nos protegían. Una tienda de ropa infantil se negó a dejarles entrar y le quemaron el negocio con un petardo. A nosotros, en cambio, nos garantizaron que no nos tocaría nadie", señala.

Eso sí, admite, en vísperas de las elecciones presidenciales en Ucrania, que está decepcionada, ya que muchos pensaban que el Maidán traería consigo un "futuro brillante".

"Nuestra aspiración era que las cosas cambiaran a mejor. Lo mismo pasó con la Revolución Naranja. Muchas esperanzas y promesas incumplidas", indica.

En 2004, durante la revolución que aupó al poder a Víktor Yúschenko, la librería también alimentaba y abrigaba a los manifestantes, que llegaron a ser cientos de miles en el centro de Kiev.

"Cada revolución estábamos en el mismo corazón y dimos de comer a sus héroes. En la Revolución Naranja les comprábamos comida y repartíamos bolsas de plástico para combatir el frío", asegura.

La librería, que llegó a distribuir libros científicos por toda la antigua Unión Soviética y en su día contaba con 500 metros cuadrados de superficie y más de cien empleados, no vive sus mejores tiempos.

Recibe clientes con cuentagotas, según su directora, porque los jóvenes ya no compran libros en papel, pero algunos son muy fieles.

"Aquí encuentras libros que no hay en ninguna otra parte", comentó Elisa, una clienta.

Un militar con bigote cosaco busca libros de historia, una de las especialidades de Naúkova Dumka desde la independencia, poco después de regresar del frente en el revuelto Donbás.

Mientras, una pareja de estadounidenses de origen ucraniano es fiel a su cita con la librería cada vez que viene de visita al país de sus antepasados.

Fundada en los años cincuenta como librería en la que cada cliente podía sentarse a leer y consultar antes de comprar un libro, Naúkova Dumka sigue siendo un lugar de encuentro para los kievitas amantes de los libros, sea en ucraniano o en ruso.

"Para nosotros no hay diferencia. Tenemos muchos libros de historia y literatura en ucraniano, pero también hay libros sobre Kiev en ruso, porque sus autores son rusoparlantes. Ahora, la mayoría de editoriales publican dos versiones", precisa.

Después de más de 30 años de trabajo, Melnichuk tiene clara la misión histórica de su librería, pero no a quién votará el domingo.

"Lo decidiré tras ver el debate electoral", comentó en alusión al agrio duelo anoche en el estadio olímpico entre el actual presidente, Petró Poroshenko, y el líder en los sondeos de opinión, el actor Vladímir Zelenski.

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