Galerismo de arte y su historia

Ya partir de ese proceso innovador, surge una nueva generación de dibujantes, pintores y escultores que se impregnan de esos nuevos lenguajes y experiencias. “Gilberto Hernández Ortega (1924-1979), Clara Ledesma (1924-1999), Gilberto Fernández Diez (1922), Marianela Jiménez (1925), Nidia Sierra (1928), Luichy Martínez Richiez (1926-2005) y Antonio Prats-Ventós (1925-1999)”, refiere.

Cabe destacar la trascendencia de la llamada generación del 48, la cual además de poetas, comprendía también dramaturgos, narradores, músicos, historiadores, políticos y por supuesto también pintores y escultores: Domingo Liz, Silvano Lora, Noemí Mella y Antonio Toribio, y que alcanza gran preponderancia en el contexto cultural incluso en los años posteriores a la muerte del dictador, véase: El siglo XX Dominicano. Economía, política, pensamiento y literatura, con textos de la autoría de Frank Moya Pons, Mu-Kien Adriana Sang, Juan Daniel Balcácer y Soledad Álvarez, y editado por José Rafael Lantigua.

Control absoluto Según anotaciones de Jeannette Miller, en Paul Giudicelli, sobreviviente de una época oscura, en 1948 existía un control absoluto de las manifestaciones y de la vida en general de la nación. Sin embargo una de las pocas áreas en que el régimen se había mostrado un poco abierto resultaba ser la de las artes plásticas. Al revisar escritos de la época, afirma: “estos escritos dan fe de que el Gobierno lideraba la promoción artística y de que el sector privado brillaba por su ausencia en el mecenazgo de las artes plásticas. Una característica a destacar resulta ser que la única sala de exposiciones Galería Nacional de Bellas Artes (más tarde, en 1956, trasladada al nuevo palacio de Bellas Artes) estaba controlada por el Estado. Las muestras se dedicaban a Trujillo.