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COSAS DE DIOS

¿Y dónde está Dios?

El dinero, el libre albedrío, la posibilidad de educarse, así como poder actuar con generosidad son los cuatro pilares que, según personas encuestadas en países privilegiados, les dan la felicidad.

Los resultados de ese sondeo lo escuché en la radio hace como cuatro años, y me sorprendió que Dios no estuviera entre los motivos más grandes que tenemos para ser felices.

Retomo el tema En su momento escribí sobre el tema. Pero hoy vuelvo a tocarlo porque no es una encuesta la que evidencia esta percepción, es una realidad. Y yo me preguntó: ¿Cómo alguien puede ser feliz sin una vida espiritual, sin fe? ¿Sin algo de donde agarrarse cuando cualquiera de esos otros cuatro pilares que parecen tan importantes fallen? Para mí, ser feliz conlleva un sentido de plenitud, de esperanza, ante los retos y los contratiempos que solo lo da Dios.

No es importante Según la encuesta, entonces, alguien que sea pobre toda su vida nunca podrá ser feliz. Y quien nace rico, con libertad, educación y posibilidades de ayudar, tiene garantizada la felicidad. No lo creo.

No desdeño el dinero, me parto el lomo para obtenerlo cada día; tampoco la libertad, la mía es mi mayor tesoro, y menos aun la educación, ojalá no haber tenido que abandonar nunca un pupitre, porque siempre hay algo que aprender.

Sobre ayudar a otros, es el sentido de la vida, si no eres capaz de tender la mano al necesitado, ¿para qué puede servirte lo que tienes?

Ahí está Dios Pero cuando hay enfermedades que ningún dinero puede curar, una libertad que mal usamos, una educación que no logra hacernos mejores seres humanos o una generosidad que podría agotarse el día en que las cosas dejen de sobrarnos. Si todo esto falla, incluso si falla junto, al mismo tiempo, y tenemos a Dios, habrá una paz inexplicable en nuestras almas, una luz que no se apagará pese a la oscuridad que nos rodee.

Yo creo que la fórmula para la felicidad está en ese gran ausente de la encuesta. Él es la plataforma sobre la cual deben levantarse todos los otros pilares. Sin Él, de nada nos sirven el dinero, la libertad, el saber y el dar. Porque es Dios quien le da un propósito a todo eso. Si no, pregúntese por qué la mayor tasa de suicidios está en los países más ricos. Eso debe decirnos algo sobre la esencia real de la tan añorada felicidad.

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