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COSAS DE DIOS

“Todavía le pregunto a Dios por qué estoy aquí”

Durante la Semana Santa del año 2014, al padre Robert Brisman le asignaron reflexionar sobre una de las Siete Palabras pronunciadas por Jesús antes de morir en la Cruz, “Dios mío, Dios mío, por qué me has abandonado”.

Era Viernes Santo y, ante una catedral llena, Brisman, quien desempeña múltiples funciones, -es párroco, Vicario de la Parroquia San José de Calasanz y Asesor Espiritual de los Cursillos de Cristiandad-, señaló que esa frase refleja el momento más triste y desolador en la agonía del Hijo de Dios. “Su cuerpo estaba agotado y torturado, pero Él se mantiene consciente y experimenta una profunda soledad”. Dijo que Jesús dirige su pregunta a Su padre, Dios, mientras nosotros, a veces, nos preguntamos por qué tenemos que sufrir o para qué sirve el sufrimiento.

El padre Brisman ignoraba que, en pocos meses, él mismo estaría experimentando, en carne propia, el peso de estas palabras.

Un paseo Siete meses después de analizar la frase de Jesús, en noviembre del 2014, el padre Brisman, que en ese momento tenía 41 años, fue invitado por el diácono Juan Arturo Manceo a viajar en helicóptero hasta San Pedro de Macorís.

Era sábado y junto a ellos estaba el piloto de la aeronave, Víctor José Rodríguez Núñez. Para el sacerdote consistía en un simple paseo, con la novedad de que se trataba de su primer vuelo en helicóptero. Para su amigo, el diácono Manceo, resultó su último vuelo. Antes de abordar, se tomaron una foto junto a la aeronave en la que ambos lucen sonrientes y el aparato parece nuevo.

Todo eso cambiaría en poco tiempo.

El accidente El vuelo de regreso, entre la provincia de San Pedro de Macorís y el Aeropuerto Internacional La Isabela, en El Higu¨ero, terminó mal. En un momento determinado, el helicóptero se precipitó hacia un cañaveral y el padre Brisman supo que, tal vez, había llegado el final de su vida.

“En ese instante, lo que pensé fue: Señor, si es Tu voluntad que este sea mi último día, yo me acojo a ella”. El helicóptero cayó en tierra y se hizo pedazos.

El misterio del dolor El diácono Juan Arturo Manceo falleció poco después del accidente. El piloto Víctor José Rodríguez Núñez resultó con heridas y golpes que requirieron siete días ingresado.

El padre Brisman sufrió una fractura pequeña en la mano derecha y golpes leves.

“Todavía le pregunto a Dios por qué estoy aquí. Pienso que puede haber dos razones: aún no estaba listo para marcharme o tengo algo pendiente por hacer”. Y cuando analiza lo ocurrido, recurre, tal vez sin reparar en ello, a la misma frase que pronunció aquel Viernes Santo que pudo haber sido el último de su vida: “El sufrimiento tiene algo de misterio y solo a la luz de la fe se puede aceptar”.

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