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Destino

La aventura de un viaje captada por el lente de una dominicana

Costa. Paseo de Coogee, en Sidney, Australia, uno de los atractivos que se expondrá en la muestra.

Costa. Paseo de Coogee, en Sidney, Australia, uno de los atractivos que se expondrá en la muestra.

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Mary Frances AttíasSanto Domingo

Viajar es abrirse a la aventura. Es mirar con nuevos ojos el mundo que nos rodea y estar dispuestos a dejarse sorprender, observando, con la curiosidad de un niño, todos esos sutiles matices que, al mismo tiempo, nos distinguen y nos unifican como seres humanos.

Esto fue lo que me sucedió el año pasado cuando visité Australia y Nueva Zelanda. Dos países que forman parte del continente insular de Oceanía y que abarca además a Nueva Guinea y a los archipiélagos de Melanesia, Micronesia y Polinesia. Este continente, considerado el más pequeño del planeta, se encuentra ubicado al sur del Océano Pacífico, al Oeste del océano Índico y al sureste del continente asiático.

Coloquialmente, Australia y Nueva Zelanda, son llamadas con el término “Down Under” por su localización bien abajo en el hemisferio sur. Australia se inicia como destino carcelario para Gran Bretaña convirtiéndose en la primera colonia penal en el 1788. Los convictos y sus carceleros fueron, junto a los aborígenes de la zona, los primeros pobladores de estas tierras de naturaleza rica y vibrante. Hoy en día, el conjunto humano que habita este continente es un verdadero ‘melting pot’ de razas, que a pesar de sus aparentes diferencias culturales, ha aprendido a convivir en armonía. Esta armonía no sólo se aprecia en el carácter desenfadado de su gente sino también en la forma en que se conjuga urbanismo y naturaleza en sus ciudades.

La oferta natural de esta región y su exuberancia me cautivaron desde el primer momento y me impresionó gratamente que en sus grandes y modernas ciudades, se percibe una gran preocupación ecológica. Aún en medio del paisaje urbano, con sus rascacielos y las imponentes obras de infraestructura, se encuentran espacios dónde se puede entrar en contacto con la naturaleza y dónde se les enseña a las futuras generaciones su respeto y cuidado. En casi todas las ciudades que visitamos había un jardín botánico, bien mantenido y abierto al público. El Jardín Botánico Real de Sidney es un parque de 70 acres, un verdadero Oasis en pleno centro de la ciudad y que ofrece uno de los mejores paseos al visitante por la riqueza y la diversidad de árboles centenarios que posee. Desde allí, se puede llegar por otra vía al Opera House, una obra arquitectónica sin igual, que a pesar de haber sido objeto de controversia por mucho tiempo, por diversas razones, se ha convertido en el ícono que distingue a la ciudad, como lo hace la Torre Eiffel a París. En Sidney también se encuentra la famosa playa de Bondi (Boodi), muy popular entre los surfistas y que fue añadida a la lista del patrimonio nacional australiano en el año 2008.

Durante los últimos años Australia y Nueva Zelanda se encuentran entre los puntos turísticos más atractivos del globo, recibiendo a más de cinco millones de visitantes cada año. Estas tierras, rodeadas de agua, ricas en sol, verde y amplios contrastes dentro de su geografía, gozan además de una excelente oferta gastronómica, con regiones dedicadas a la producción de vinos y una gran variedad de productos frescos de la tierra y el mar.

Puntos turísticos Las ciudades más grandes tienen una excitante vida nocturna y sus universidades y museos gozan de una amplia oferta, que sorprende por su calidad. Esta gran riqueza cultural y gastronómica es producto de sus orígenes y de la diversidad étnica de sus habitantes. La baja densidad poblacional y el alto nivel de vida de estas ciudades hacen que éstas sean muy apetecibles a inmigrantes y visitantes de todas partes del mundo. Los australianos pueden darse el lujo de decir que tienen la Gran Barrera de Coral, la octava maravilla del mundo, pero Rudyard Kipling le concede este honor a Milford Sound, uno de los fiordos más hermosos y accesibles del ‘Fiorland National Park’ de Nueva Zelanda, compuesta por las islas Norte y Sur, es una tierra de variada topografía, rica en volcanes y picos montañosos llena de hermosos contrastes y de una gran biodiversidad. Dentro de ésta, no puedo dejar de mencionar el parque termal de Rotorua, en la zona volcánica de Taupo donde se encuentran impresionantes piscinas de barro, géisers, y formaciones rocosas con emanaciones de sulfuro y vapor que deslumbran por su colorido y el bizarro espectáculo geológico que brindan a los visitantes.

Se necesita más de un viaje y más líneas para tratar sobre estos destinos, por lo que deseo invitarles a explorarlos a más profundidad en la exposición fotográfica que presentaré desde el 18 al 30 de marzo, en el Museo de las Casas Reales.

Naturaleza. Aguas Sagradas del Área Termal de WAI-O-TAPU. Edificio. Ópera de Sidney vista desde el parque botánico.

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