El caos en la Paseo de los Periodistas

Parece que mientras más reglas imponen las autoridades llamadas a organizar el tránsito, más frentes abiertos quedan para violentarlas. Si no lo cree, dese una vueltita por la calle Paseo de los Periodistas, donde las guaguas llamadas “voladoras”, literalmente vuelan hacia la vía contraria, y de una manera indicriminada taponan no solo esta calle, sino también la 27 de Febrero. Resulta que al no poder doblar debidamente hacia esta, los conductores que sí andan por las reglas se van aglomerando en el tramo entre la Leopoldo Navarro y la Máximo Gómez.

Mientras respiro profundo por la imprudencia que cometen estos choferes y otras personas que tampoco conocen lo que son las leyes de tránsito y el derecho al respeto ajeno, contemplo la cantidad de agentes que hay en las proximidades. Para no morir de impotencia, cierro los ojos y me traslado a una ciudad fabulosa, donde se cumple a cabalidad con las regularizaciones que establecen las autoridades. El libre tránsito fluye de una manera respetuosa y no hay temor a que sucedan hechos lamentables por los actos de imprudencia.

Nadie teme salir a la calle a enfrentar el día a día. Manejar resulta hasta una terapia, pues permite disfrutar de la belleza de la ciudad, y hasta liberar la tensión que pueda generar cualquier problema personal, profesional o de familia. El rojo, amarillo y verde de los semáforos no son colores para adornar la ciudad. La gente los respeta en su justo valor. Lo mismo pasa con las vías. ¡Ay de aquél que transite en vía contraria! Eso se paga caro. Es una acción que puede causar hasta accidentes, y por eso se toman todas las previsiones necesarias para evitar que se incurra en esta falta. Quiénes lo hacen saben que se exponen a estar inclusive, tras las rejas. Nada más lejano a lo que sucede aquí, donde a veces ante la mirada indiferente de las autoridades la gente hace, deshace, echándole a perder el día y, en el peor de los casos, la vida, a cualquier persona. Entiendo que ya es tiempo de que las autoridades pongan un alto al caos que domina la Paseo de los Periodistas y altera la paz de los moradores de Miraflores, y por supuesto, de quienes laboramos en el entorno. No es venir un día y poner el orden, es mantener la vigilancia, antes que haya hechos qué lamentar.