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Viaje

Criticado y admirado en Roma: monumento a Víctor Manuel II

1) Templos. Las iglesias de Santa María de Loreto y del Santísimo Nombre de María. A la derecha, la columna de Trajano. Vista desde el monumento a Víctor Manuel II. 2) Monumento. Imponente en su brillante blancura, el monumento a Víctor Manuel II acoge el Altar de la Patria, con la tumba del soldado desconocido. 3) Estatua. Gigantesca estatua ecuestre de Víctor Manuel II.

1) Templos. Las iglesias de Santa María de Loreto y del Santísimo Nombre de María. A la derecha, la columna de Trajano. Vista desde el monumento a Víctor Manuel II. 2) Monumento. Imponente en su brillante blancura, el monumento a Víctor Manuel II acoge el Altar de la Patria, con la tumba del soldado desconocido. 3) Estatua. Gigantesca estatua ecuestre de Víctor Manuel II.

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Carmenchu BrusíloffSanto Domingo

Contemplar desde el segundo piso de un bus hermosas e históricas fachadas de edificios en Roma, sintiendo un vientecillo que en el espacio abierto, pero techado, aleja la calurosa sensación de 31 grados centígrados, es una de las experiencias que tiene a su alcance el viajero que decide hacer su propio itinerario en un ‘hop-on hop-off’. Es el caso de mi hija Carmen y el mío.

Utilizar este práctico servicio en la capital de Italia obliga a comprar el boleto con antelación, bien sea en uno de los varios Centros de Visitantes o en kioskos autorizados que funcionan en puntos específicos. No dan la opción de adquirirlos en el bus, como ocurre en Madrid. Compramos los nuestros en la oficina que funciona en la Estazione Termini. Nos decidimos por el de 48 horas, al costo de 31 euros cada uno. Permite subir y bajar en las paradas designadas las veces que queramos, a partir de la hora en que lo usemos el primer día. En el trayecto uno decide si bajar y caminar o proseguir para hacer el tour panorámico completo y luego trazar distintas rutas.

En este ir y venir toma el vehículo por la vía Agostinio di Pretis hasta la Basílica Santa Maria Maggiore, de la cual ya les conté hace unos días. Baja por la Vía Esquilino, para desviarse luego por calles que no están en el trayecto, debido a trabajos en la vía pública. Pasamos frente a la fachada del teatro dell’Opera, conocido como Teatro Constanzi, cuyo edificio de fines del siglo XIX se levanta en la pequeña Piazza Beniamino Gigli. Y ya en la adoquinada Vía Nazionale miramos fugazmente, a nuestra izquierda, la primera iglesia protestante construida en la capital de Italia: San Pablo Intramuros, de fines del siglo XIX, cuyos ladrillos rojos resaltan bajo el brillante sol. Destaca a la derecha, con una escalinata, la blanca fachada del Palazzo delle Esposizioni, del siglo XIX. Mientras transita el bus, escucho señalar por los audífonos la casa número 183: los teatros Eliseo y Piccolo Eliseo.

A la vista se suceden numerosos puntos de interés. Entre ellos la medieval Torre de los Mílites sobre las ruinas del mercado de Trajano, en los Foros Imperiales. Data de los siglos XVII-XIII, pero las almenas fueron añadidas en el siglo XV después de rebajar su altura, dejándola en casi 50 metros. En este Foro de Trajano se eleva la columna homónima. Desde el siglo XVI tiene en su cima una estatua en bronce del apóstol San Pedro. Antes estuvo coronada por una del emperador Trajano.

En nuestro transitar por la Via Quatre Novembre destacan los palacios. Mueve a curiosidad, entre la Piazza Venezia considerada el ‘corazón de la ciudad antigua y moderna’ y la Piazza del Plebiscito, el Palazzo di Venezia (sede del Museo Nacional del Palazzo di Venezia), por su famoso ‘balcón de Mussolini’. Es que en época fascista fue la sede de gobierno, a cuyo balcón salía el dictador a arengar a las multitudes. Durante los últimos años del fascismo se mantuvo siempre encendida la luz de un salón, simbolizando que el gobierno no tomaba descanso. Este edificio de fachada renacentista es conocido también como Palazzo Barbo.

Fue ordenado construir durante la esplendorosa época de fines del siglo XV por el cardenal Pietro Barbo, posteriormente Pablo II. Durante un tiempo era residencia papal. En el entorno, dos templos con cúpulas similares. De arquitectura renacentista, la Iglesia de Santa María de Loreto, erigida en el siglo XVI. De estilo barroco, la Iglesia del Santísimo Nombre de María, levantada en el siglo XVIII. La escalera a su lado lleva hasta el mercado de Trajano. En este ambiente donde cada rincón rezuma historia, un imponente monumento blanco en torno al cual gira el tráfico vehicular es el centro principal de atención. Entre sus críticos llegaron a llamarle ‘máquina de escribir’ y ‘mayor meadero de Italia’. (A mí, en cambio, me recuerda a un enorme pudín conmemorativo).

A los turistas les da igual. Simplemente quieren, como Carmen, fotografiarlo y subir su grandiosa escalinata. Se trata del monumento a Víctor Manuel II, levantado entre 1885 y 1911 en honor al primer rey de Italia. Este monumento, que Mussolini quiso en un principio destruir, fue después convertido en el eje de las manifestaciones en su honor. A principios del siglo XX, en el primer piso se añadió el altar de la Patria, con la tumba del soldado desconocido. Aquí están representados los Cortejos triunfales del Trabajo y El amor a la Patria, que confluyen en la estatua de la diosa Roma.

En este monumento dedicado a la nación unificada, la magnífica decoración incluye asimismo un par de fuentes, una serie de esculturas en mármol y una gigantesca estatua ecuestre de Víctor Manuel II. En lo más alto, una a cada lado, las enormes cuadrigas también de bronce. (Italia hasta 1820 estaba integrada por pequeños estados absolutistas y la mayor parte del norte se encontraba bajo el poder austríaco).

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