TRIBUNA ABIERTA
El curioso caso de los amigos invisibles
El otro día, con otras personas, me puse a hablar sobre los amigos invisibles, que no son solo aquellos imaginarios que inventábamos en nuestra infancia en forma de superhéroes, duendes, magos, peluches, animaloides (¿humanoides?) o cualquier otra criatura. Por suerte, esos amigos invisibles, afirman los psicólogos, no son motivo de preocupación, pues ayudan a los más pequeños a lidiar con algunas situaciones. A lo que me refiero es a otra clase, los de carne y hueso, y que si te pones a analizar, ni son tan visibles ni son tan amigos.
En ocasiones el término “amigos” se les ha desteñido tanto que no encajan en esa categoría y pasan a ese limbo de los conocidos, allegados y contactos (o followers, ya que vivimos en el perenne auge de las redes sociales).
La era digital ha trastocado el fluir de la vida. Para bien y para mal. Por un lado, nos acerca a antiguas amistades, viejos conocidos, familiares, excolegas de estudio y de trabajo, o amigos de infancia que creíamos extraviados en los recovecos de la memoria. Nuestros contactos virtuales pueden vivir al doblar de la esquina o a miles de kilómetros, con varias fronteras y visas de por medio, pero están al alcance de un ‘clic’ y muchos de ellos de vez en cuando saludan, se interesan por saber cómo va todo, dedican una felicitación de cumpleaños o año nuevo, un enhorabuena por el nuevo inquilino de la familia o dan un bien recibido pésame con su respectivo mensaje de confort. Es entendible que la vida cotidiana y las responsabilidades a veces no nos dejan oportunidad para una interacción más frecuente.
Otros, en cambio, son especialistas en condenar la relación de amistad –si alguna vez la hubo y si fue sincera– al ostracismo. Si necesitan algo de ti, no dudan en contactarte; si no, ojos que te vieron ir…, no importan las cervezas, las rondas de mamajuana y margaritas de tamarindo o chinola, los vinos compartidos, las juntaderas, los karaokes, las risas, los desahogos, los cumpleaños sorpresa, los no cumpleaños, las “horas locas” de una boda, los babyshowers… Y qué decir de los amigos o las amigas de tu ex, que con tu ex (cuando no era “ex”) llegaron a tu vida y con tu ex se marcharon.
Entiendo que así como existe un Día del Amigo, debería instaurarse un día para los amigos invisibles. Vaya, así adquirirían mayor visibilidad, un justo reconocimiento.