Psicología
¡Gano buen dinero, pero siempre estoy endeudada!
María una mujer de 45 años y madre de dos adolescentes inició una carrera exitosa en el sector negocios, construyendo un posicionamiento de prestigio y respeto por ser experta en su área y ganando premios por su alta capacidad para ventas de servicios internacionales.
Llegó a devengar ingresos de cerca de medio millón de pesos, pues recibía pagos en dólares y en pesos dominicanos. Era extraño que a pesar de este notable ascenso, María nunca guardó o hizo hábitos de ahorros. Cada vez que llegaba la temporada de inscripciones de colegios de sus hijos o imprevistos, debía recurrir a usureros, pues increíble, a pesar de sus altos ingresos ya tenía su historial crediticio lacerado y no podía recurrir a la banca privada. (Sus allegados llegaron a pensar que era adicta al juego, ya que no había forma de explicar los altos ingresos y a la vez las altas deudas).
Así comienza esta historia que termina a su mediana edad en una catástrofe y pérdidas emocionales, materiales y llegando a procesos legales de peligros y un intento de suicidio.
Esta crisis económica se fué convirtiendo en un círculo, al punto de tomar alcohol mezclado con pastillas para poder anestesiar la angustia, y sumado a la obsesión y compulsión de tomar prestado, firmar pagarés sin la debida precaución y el desfile de actos de alguaciles y embargos que eran una pesadilla diaria.
María acudió a todo tipo de asesores, pero nunca conseguía resultados satisfactorios. Había un detalle, era adicta a las deudas, deudora compulsiva y una gran disfuncional con el dinero. Por ello y por tratarse de una patología, una adicción, un trastorno..., hablaba mentiras valiéndose de justificaciones falsas y negaciones, a fin de defender su conducta adictiva.
Igual que un alcohólico o un ludópata, la persona afectada miente, convierte en su prioridad todo lo relacionado a su “sustancia”, en este caso el dinero, pone en juego la seguridad de su integridad, su familia, su trabajo o estudios. Lo comparo con el adicto al alcohol, que de manera obsesiva necesita conseguir el “trago” hasta que lo consigue y de manera compulsiva lo consume sin tener la voluntad propia para detenerse. De igual manera, el adicto a las deudas pide prestado, aún no necesitase el dinero, es esa necesidad imperiosa de poseer el dinero o de gastarlo.
Existen varios tipos de disfuncionales con el dinero y la compulsión, que se puede manifestar en deudas, compras, acumulación y despilfarro. El tener dinero genera emociones como euforia y no tenerlo tristeza, depresión y angustia.
Hay varias disfunciones con relación a esta condición, así lo explica el libro ‘Sentí’. Hay solución, María lo perdió todo, cerró oficina propia por cerca de 24 años, perdió apartamento, carro, confianza en sí misma, manejó vergüenza, culpa, duelos difíciles y pérdidas de todo tipo.
Hoy, luego de permitirse el acompañamiento terapéutico para conocer a fondo sus problemas, ha recuperado todo. Tiene un historial crediticio limpio (en 5 años), pagó todas sus deudas, enfrentó sus casos legales y es una mujer libre, profesional, y con una nueva carrera. Devenga menos ingresos que antes, sin embargo, ahorra y se da el lujo de viajar y hasta regresar con dinero de sus viajes. Esta conducta adictiva es una de las mayores causas de suicidios y quiebre de relaciones. Nunca es tarde, estás a tiempo de buscar ayuda como lo hizo María, que no es una utopía, es una realidad.
¡Yo la conozco bien!