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Periodistas viven y sufren la fiebre de Twitter

Si Twitter es la plaza pública para periodistas, algunos ya están listos para alejarse.

Eso ocurrió esta semana en el sitio de noticias Insider, por orden de la jefa. A los reporteros se les indicó que dejaran de tuitear una semana en el trabajo y apagadan TweetDeck en sus computadoras. La idea de desconectarse es quitarle una muleta a los periodistas y escapar de la cámara de eco, dijo Julie Zeveloff West, editora en jefe de Insider para Estados Unidos.

La adicción al flujo constante de contenido en Twitter y la tentación de unirse a la red ha llevado a una búsqueda de identidad en las redacciones.

West suele caminar por sus salas de redacción, donde encuentra a reporteros mirando TweetDeck. Su meta es impulsarlos a encontrar las noticias de otras maneras, marcando el teléfono o reuniéndose con las fuentes. Un editor se asegurará de que no se les pase por alto una noticia.

Twitter "no es el lugar donde la mayoría de la gente nos encuentra", dijo. "Los reporteros le dan una importancia desproporcionada".

David Von Drehle, del Washington Post, calificó a Twitter como la "metanfetamina de las redacciones". Dijo que se desilusionó cuando en la convención nacional republicana del 2012 notó en la sección reservada para reporteros que muchos estaban viendo cuentas de TweetDeck en lugar de escuchar los discursos en el podio o salir a hablar con los delegados.

"Twitter ofrece un flujo sin fin de acontecimientos falsos", escribió Von Drehle en una columna el fin de semana pasado. "Sensaciones fugaces, indignación monetaria, conocimiento sucedáneo y distorsiones provocativas".

Como Twitter es irresistible para los periodistas que suelen tener el gen de sabelotodo, un chiste de redacción u observación instantánea ahora es magnificado.

Un episodio de estudiantes de Covington, Kentucky, que se enfrentaron con manifestantes nativos estadounidenses en Washington creando un encendido debate en Twitter, donde quedó claro que todo cambia dependiendo del cristal o video con que se lo mire, llevó al columnista del New York Times Farhad Manjoo a declararla "la red social más dañina del mundo".

Manjoo dijo en una columna que planea reprimir su sed por publicar rápidamente su opinión sobre cada suceso noticioso e invitó a otros a seguir su ejemplo. Entre errores y opiniones abiertamente provocadoras, muchas cosas pueden salir mal con los periodistas en Twitter, dijo en una entrevista.

"Para ser bueno en Twitter debes ser auténtico", dijo. "Pero la autenticidad también es peligrosa, hace que la gente asuma cosas sobre ti. Puede salir mal de diferentes maneras".

Quizá sea inevitable en un momento monitorear constantemente Twitter porque es una de las formas de comunicación favoritas del presidente de Estados Unidos, pero Manjoo afirma que los periodistas suelen pasar más tiempo en el mundo virtual que en el real.

"De la manera en que funcionan los medios ahora, nos hemos pasado de la raya con Twitter", dijo.

Expertos en medios recelosos ante los posibles renunciantes a Twitter dijeron que se debe distinguir entre la plataforma y el modo en que la gente la usa.

"Realmente no creo que sea tan difícil evitar comentar sobre una historia conmovedora cuando los hechos no están claros", dijo Jay Rosen, profesor de periodismo de la Universidad de Nueva York.

Dejar Twitter significa cortar una fuente valiosa de noticias, pues muchos de los protagonistas de las noticias usan este medio para hacer anuncios, dijo. También es un ecualizador que le da acceso a gente común que de otra manera no sería escuchada, dijo el consultor de noticias Jeff Jarvis.

"Los periodistas deberían buscar todas las maneras posibles para escuchar mejor al público", dijo Jarvis. "Si te sales es ridículo".

Algunos lo han hecho, o por lo menos lo han intentado. La colega de Manjoo en el Times, la corresponsal de la Casa Blanca Maggie Haberman, escribió en julio pasado que se saldría de Twitter tras casi nueve años en la red y 187.000 tuits.

"La perversidad, la ira partidista tóxica, la deshonestidad intelectual, los cuestionamientos motivados y el sexismo están en su máximo nivel sin un final a la vista", escribió. "Es un lugar donde la gente que está ciertamente molesta por cualquier número de cosas va a alimentar su furia, donde la base de la libertad de expresión está en su punto más bilioso. Twitter es ahora un videojuego de ira para muchos usuarios".

Haberman predijo que eventualmente regresaría a Twitter pero de una manera diferente. Ahora está de vuelta: para las 10:00 am del martes había publicado cinco tuits y hecho seis retuits. Sus tuits ascienden a 194.000 y tiene más de un millón de seguidores. Haberman rechazó una solicitud de entrevista sobre cómo la cambió la experiencia.

Kelly Evans fue una de las primeras usuarias de Twitter en el Wall Street Journal y luego en CNBC, donde es presentadora de un noticiero. Le pareció que era un lugar valioso para obtener ideas y conectar con los lectores, espectadores y colegas.

Pero a mediados de 2016 se dio cuenta de que le estaba quitando demasiado tiempo a su vida personal mientras le aportaba poco a su vida profesional. Cerró su sesión públicamente y se ha mantenido así la mayor parte del tiempo. Ahora dice que no se arrepiente.

Evans admite que quizá se perdió algunas pistas noticiosas, pero cuestionó la fiabilidad de gran parte de lo que hay en Twitter.

"Me siento más saludable y siento que puedo hacer mi trabajo mejor", expresó.

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