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CHILE

Primera escuela transgénero cuida de acoso a niños chilenos

Ángela, una chilena transgénero de 16 años, pensó en quitarse la vida para escapar del acoso verbal y físico que sufrió de parte de sus compañeros durante toda su escuela primaria. Sin embargo, al enterarse del suicidio de una compañera suya debido a hostigamientos similares, decidió contarle a su mamá el tormento que vivía.

“(Le dije) que quería morirme, que no quería seguir existiendo... Lo que me decían me hacía sentir muy mal”, relató Ángela a The Associated Press. “Fue horrible porque me trataban súper mal”.

Ahora, esta adolescente y una veintena más de chilenos de entre seis y 17 años que comparten un pasado de acoso han encontrado un refugio de paz al integrarse a la escuela Amaranta Gómez Regalado, destinada a niños y adolescentes transgénero, el primer proyecto de su tipo en Chile y en América Latina desde inicios de 2018.

El colegio --bautizado con el nombre de una reconocida líder transgénero de México que por su origen al sur del país se le denomina “muxe”-- tiene tremendos desafíos económicos por delante, pero está sumando alumnos y ha motivado a chicos como Ángela, que en poco tiempo siente que por fin se le respeta.

Un informe de la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) señaló a mediados de 2016 que en América Latina y en el mundo la violencia por la orientación sexual o por la identidad de género “afecta a toda la población escolar ocasionando estragos en el desarrollo de las personas afectadas, en la convivencia escolar, en el desempeño académico y, en consecuencia, en la permanencia en la escuela”.

Aunque Chile promulgó en noviembre pasado la llamada Ley de Identidad de Género que permite a los transgénero mayores de 18 años cambiarse el nombre y sexo en su partida de nacimiento, la norma excluye a los menores de 14 años. Ello implica que los chicos de entre esa edad y los 18 deben contar con el apoyo de sus padres para que un juez decida si pueden cambiar de género. El asunto inquieta a varios activistas y padres de niños trans que consideran que durante la niñez o la pre-adolescencia los menores descubren que el género al que sienten pertenecer no corresponde a su cuerpo.

Si bien este país ha comenzado a dejar atrás parte de su conservadurismo --al que contribuyó la Iglesia Católica-- en la agenda del gobierno del centroderechista Sebastián Piñera no es prioridad el asunto de las minorías sexuales. De hecho, el ala conservadora del Congreso ha actuado con dilación en asuntos como el aborto y divorcio.

La idea de crear el colegio nació a fines de 2017 en la Fundación Selenna, que acoge a menores transgénero y a sus familias, después de percatarse que un número importante de chicos no terminan el año escolar, desertan o no estudian, contó a la AP la presidenta de ese ente no gubernamental, Evelyn Silva. Y así, miembros de la organización recorrieron varias zonas de la capital de Chile buscando un lugar para dar clases hasta que una sede vecinal de Ñuñoa, una barriada de clase media del sureste de Santiago, les prestó sus instalaciones, relató Ximena Maturana, coordinadora de la escuela.

Las clases empezaron en abril de 2018 con cinco alumnos, incluida Ángela, pero a medida que familiares se enteraron de su funcionamiento el número de estudiantes aumentó para cerrar el primer año escolar con 22 menores.

Silva y Maturana financiaron ese periodo escolar con ahorros personales, que aseguran ya se les han agotado. Ambas sonríen nerviosas al pensar cómo harán funcionar la escuela en 2019, cuando su población ya alcanza los 28 alumnos. Ante ese panorama, se estableció que cada alumno pagará 7,4 dólares mensuales, con lo que la escuela obtendría 207 dólares al mes si todos cumplen con esa cuota.