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PRENSA JOVEN

El desafío de hacerse adulto

Veinte años y metas por cumplir. De quien menos recibió apoyo fue de su madre, la persona con quien vivía junto a sus hermanos y su padrastro, o más bien el yugo que la mantenía inmersa en un mundo de maltrato. Tuvo que buscar su propio horizonte mucho antes de lo que tenía planeado. “Antes no dormía, siempre estaba sobresaltada y de hecho si me hablan fuerte aún me pongo muy nerviosaÖ” han sido las secuelas que dejaron en esta joven de 23 años estar expuesta al maltrato físico y verbal por parte de su padrastro desde la adolescencia.

Ana, nombre ficticio que hemos usado para referirnos a ella, es una joven decidida y con gran fuerza de voluntad, ya tiene tres años que eligió su propio rumbo y no se arrepiente de nada. Es estudiante de periodismo y aunque se siente liberada luego de haber tomado esa decisión, esta situación la ha cohibido de aprovechar oportunidades de pasantías que ofrecen a estudiantes de esta carrera por no poder dejar de lado el empleo que le permite su manutención y el pago de sus compromisos.

Refiriéndose a su madre al verla sacar las maletas del que algún día fue su “hogar”, dice que la reacción de quien la llevó en su vientre por nueve meses fue nula. “No dijo nada de nada”, aunque la justifica afirmando que “quizás tuvo miedo de salir sola con tres hijos y no la culpo. Además, ella sabía que estaría bien y soy fiel a mis principios familiares”.

Cuenta que una de las cosas más difíciles que ha tenido que enfrentar es el desempleo. Sin embargo, es agradecida con Dios ya que en medio de las turbulencias ha sabido salir a flote y seguir luchando. “Definitivamente fue la mejor decisión que he tomado, la tranquilidad no se debe negociar”, afirma con una actitud siempre positiva y dispuesta a concretar cada una de las metas que se ha propuesto.

Ana, al igual que muchos jóvenes ha tenido que enfrentarse sola al mundo antes de lo planeado. Pero, ¿qué edad es apropiada para hacernos independientes? De acuerdo con el psicólogo Mario Minaya, la edad en la que una persona tiene la capacidad necesaria para comenzar a tomar sus propias decisiones es a los 16 años. No obstante, el profesional afirma que todo dependerá del grado de madurez que haya alcanzado la persona al cumplir esa edad. Por eso prefiere hacer énfasis en las “responsabilidades por su vida, sus palabras, sus acciones”.

A la hora de querer independizarse, el psicólogo afirma que influyen diferentes vertientes por las que un joven llegue a tomar una decisión como esta. Minaya explica que “un ambiente o clima familiar violento, tóxico, desorganizado, padres ausentes, irresponsables, amenazantes” pueden llevar a cualquier joven a dejar su hogar familiar para tomar su propio camino antes del tiempo adecuado.

Enfatiza también que puede ser por querer alcanzar la libertad deseada para disfrutar de diferentes actividades que de alguna manera le prohiben “las figuras de autoridad”. Asimismo, indica que estar influenciado por otras personas que le ofrecen un estilo de vida más atractivo que el de la familia puede influir para que se tome dicha decisión.

Es bueno saber que decisiones como esta no se toman a la ligera, diferentes vertientes deben tomarse en cuenta a la hora de dejar el hogar; desde el ámbito económico, emocional, espiritual hasta el ámbito social. No obstante, a veces decisiones como esta no se toman por solo querer ser más independiente sino por querer salir de un ámbito familiar de maltrato. Siendo así, el especialista afirma que siempre es bueno recurrir a la orientación profesional para “manejar temas como sanación interior, perdón, resiliencia y resistencia a la frustración”.

El camino que deben enfrentar quienes salen de sus hogares a temprana edad no es sencillo, los miedos siempre estarán presentes desde el momento en que se decide, siendo uno de los mayores temores el tener que valerse por sí mismo, “miedo a las carencias de seguridad, alimentación, inseguridad ciudadana, toma de decisiones, manejo financiero” dice minaya.

Aunque hacerse independiente antes de tiempo inducido por escapar de un yugo de maltrato podría no marcar ninguna diferencia en el comportamiento de una persona; todo dependerá de la madurez de la misma. En muchos casos esta situación podría generar cambios en la relación familiar. “Rabia, pérdida de confianza, baja autoestima, temores, trastornos del ánimo y adicciones pueden ser algunas respuestas. Se libera de un cuadro y se expone a nuevos desafíos. Cuando acuden a servicios psicológicos, con el tiempo se logra contextualizar y aprenderá a vivir con ello. Mientras en algunos casos se dan rupturas definitivas que dejan secuelas en el tiempo”, explica.

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