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PRENSA JOVEN

Piropos vs acoso callejero

Son horribles las sensaciones por las que atraviesan las mujeres de todas las edades, pero sobre todo jóvenes, al transitar por las calles en República Dominicana.

Salir a caminar, ir a su trabajo o simplemente pasear por la vía pública se convierte en una osadía al tener que someterse a las barbaridades que les dicen los hombres. Son descaradamente acosadas y abochornadas por hombres que apelan a una forma de cortejar que nació hace siglos, pero que en la actualidad se ha arrabalizado.

El piropo, un concepto que según la definición de la Real Academia Española, se refiere a un dicho breve con que se pondera alguna cualidad de alguien, especialmente la belleza de una mujer, hoy por hoy se ha tergiversado en nuestra sociedad, cuando creyendo que halagan a una dama que pasa por su frente, los hombres hacen comentarios obscenos y ofensivos respecto a atributos físicos de la mujer.

Para Laureano de la Cruz, sociólogo español residente en el país, la práctica que se ha normalizado en nuestra sociedad se trata de una perversión del lenguaje, pues existe una separación entre el significado estándar de la palabra y lo que culturalmente significa, porque conceptualmente el piropo debe tener siempre un contenido halagador hacia la otra persona.

Sin embargo, ese concepto de cortejo a través de palabras se ha convertido en un primer síntoma de violencia. Iris Mendoza, quien hasta el año 2016 laboró como directora provincial de la Mujer en Santiago de los Caballeros, explica que es cierto que es una manifestación de violencia debido a que es una forma de hostigar.

A esto el profesor De la Cruz agrega que es importante destacar que en todos los procesos socioculturales hay escalas, y que aunque todo tiene excepciones cuando se trata de comportamiento humano, por lo regular las agresiones físicas van precedidas de agresiones verbales. Entonces, ¿es esta una expresión más de la sociedad machista en la que nos formamos?

La respuesta es clara y palpable en las calles, familias y diferentes grupos de socialización primaria, en los que tanto hombres como mujeres tienen parte.

Mendoza destaca que si bien es cierto que el hombre se cree más fuerte por el hecho de poder piropear a una mujer indiscriminadamente, convirtiéndolo en una práctica de acoso callejero y creyendo que tiene más poder sobre la hembra al hacerlo, no es menos cierto que algunas mujeres se sienten hermosas, que llaman la atención y a la vez se sienten más mujeres cuando reciben este tipo de piropos, que se convierten en una práctica social aceptable y permitida por la persona agredida.

Lo que establece la Ley Nuestras leyes tipifican el acoso callejero como violencia de género. La Ley 24-97, en su artículo 3-33, considera el acoso sexual como una de las otras formas de agresiones sexuales que se pueden penalizar con multas de pago en dinero y también con prisión.

Sin embargo, en nuestra sociedad sería un tanto cuesta arriba someter este tipo de casos.

El sociólogo sostiene que esto sería peligroso, pues jurídicamente no se puede establecer un estándar de lo que es acoso verbal callejero. “Si usted va por la calle y yo le digo: ‘Es usted muy bonita’, y usted se siente acosada y acude a la comisaria más cercana y me denuncia, yo tendría que pagar con una ficha policial y tres días de cárcelÖ ¿es ese el tipo de sociedad en la que queremos vivir?”.

Este es un ejemplo que nos presenta De la Cruz, y cabe destacar que la joven de la situación pudo haberse sentido molesta por el comentario, pero ¿dónde queda el derecho que tenemos a expresarnos libremente?

En lo que sí coinciden las posturas es que este es un mal social derivado de la falta de educación, ya que somos producto de nuestras primeras interacciones sociales, de lo que nos enseñan en casa, de lo que aprendemos en nuestra cultura, y de vivir en una sociedad machista o no, tanto los hombres como las mujeres son responsables de ello.

PIROPOS DE CROMO, DE NOELIA CORDERO, es una pieza que fue expuesta en la edición número 27 del concurso Eduardo León Jimenes.

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