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Enfermedad

¿Cuánto tarda el sistema inmunológico en reconocer el VIH?

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Laura Ortiz GüichardoSanto Domingo

El ser seropositivo ha cambiado bastante con el paso del tiempo. Décadas atrás el hecho de que una persona tuviera el virus de inmunodeficiencia humana (VIH) era sinónimo de muerte, mientras que hoy día los medicamentos antirretrovirales de alta generación, que permiten a las personas entrar a tratamiento para minimizar el virus volviéndolo casi indetectable, hacen que el afectado tenga las mismas probabilidades de vida que una persona normal.

El primer paso para lograr optimizar la calidad de vida de quien padece la enfermedad es la detección temprana. Esta garantizará que se someta a los tratamientos adecuados, aunque muchas veces se dificulta por el hecho de tratarse de una enfermedad de acción lenta.

“Normalmente las personas se dan cuenta de que la tienen años después, por eso la importancia de realizarse una prueba cada seis meses si ha tenido una relación sexual de alto riesgo, y si no, al menos cada año”.

Así lo sugiere Betania Betances, quien a través de su labor como directora de Onusida en el país se encarga de liderar campañas educativas que animen a hacerse las pruebas correspondientes sin temor a ser discriminados. Considera esto como una de las principales barreras en el país, donde se estima que hay más de 67 mil casos de VIH.

De esa cifra, precisa que la población más expuesta son hombres que sostienen relaciones sexuales con personas de su mismo género, trabajadoras sexuales e inmigrantes haitianos.

En cuanto a los jóvenes, destaca que aunque estos tienden a cuidarse más que la población en general, los casos son cada vez mayores, sobre todo en comunidades de escasos recursos y en jóvenes con bajo nivel académico, quienes a veces se rehúsan a usar métodos anticonceptivos de barrera y optan por pastillas e inyectables.

Aclara que el hecho de someter a la pareja a una prueba para determinar si tiene el virus no siempre es una técnica factible, ya que el sistema inmunológico no responde al instante, por lo que una persona que haya sido afectada hoy con el virus puede realizarse una prueba mañana o varios días después y salir negativa.

El tiempo a esperar para que el sistema inmunológico pueda responder de manera certera es de al menos tres meses. “Es por eso que el uso de cualquier tipo de método de barrera y entablar una relación de confianza con la otra persona antes de sostener relaciones sexuales es fundamental”, dice al tiempo que destaca que pese a que muchos consideran que la circuncisión masculina puede ser un método eficaz para no contraer la enfermedad, esta solo disminuye las probabilidades, mas no es cien por ciento segura.

Atribuye los casos de sida en jóvenes a la falta de orientación que existe en las escuelas y universidades, así como la poca cantidad de fondos por parte del Gobierno dirigidos a campañas de concienciación.

Considera que en términos generales, existe un apoyo adecuado de los hospitales públicos a personas afectadas. Sin embargo, todavía se trata de un tema tabú en la sociedad, por lo que el trato que reciben de los demás normalmente es excluyente.

Programa

Onusida es un programa desarrollado en conjunto con las Naciones Unidas para el tratamiento del VIH/ sida. En esta oportunidad, se han concentrado en ayudar a República Dominicana a eliminar la enfermedad como un problema de salud pública para el año 2030 sobre las metas de que la gente entre a tratamiento lo más pronto posible, obtenga prevención combinada y se eliminen los problemas de discriminación.

“En el caso de la prevención, el problema radica en que se necesita mayor responsabilidad para el aumento de prevención y que tanto el condón como los antirretrovirales se le oferten a personas en riesgo”, destaca Betances, quien tiene más de 27 años trabajando con este tipo de casos.

Su interés surgió a raíz de una maestría en educación sexual cuando la enfermedad aún se consideraba una afección mortal que podía atacar a cualquier persona.

Fue entonces cuando se unió al programa de Onusida como voluntaria, trabajando en las investigaciones y mirando qué se podía hacer para lograr un cambio positivo.

Poco tiempo después se dio cuenta de que su trabajo no podía limitarse simplemente a una maestría, sino que era algo que debía seguir haciendo para poder garantizar una mejor vida a estos pacientes que sufren tanto, quienes incluso llegan a morir solamente por la depresión.

Hoy día, externa que su mayor lección de vida al trabajar con estos casos es que no importa lo que se haga, siempre se debe poner primero el lado humano. “Nosotros como personas debemos ponernos en los zapatos de los pacientes. Entenderlos e interesarnos por sus enfermedades. Eso incluso ayudará a que podamos motivarlos a que busquen ayuda y no simplemente tratar de ayudarlos porque sintamos que es nuestro deber”.

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