La pausa

Emma está decidida a olvidarse de huelgas, bandidos y calamidades. Inclusive piensa pactar un armisticio con los jefes del Gobierno y hasta con el problema haitiano. Diciembre está a las puertas y mi morena cocinera no permite que nada ni nadie le amargue los días de su mes preferido. Siempre he pensado que Emma disfruta más del ambiente decembrino que los niños pequeños; para mí que sueña el año entero con la llegada de la época más festiva del calendario, como lo hacía yo cuando no levantaba un palmo del suelo.

Ahora su preocupación se centra en los adornos de Navidad, el arbolito, las luces y ¡por supuesto! la limpieza general y el ritual de pintar, característico de los hogares dominicanos por estas fechas. Los de la brocha gorda no dan abasto en estos días. No hay mayor satisfacción que la de tener el hogar limpio, reluciente y adornado con la parafernalia navideña, según opinión de mi factótum, que es la del pueblo en general. Emma, escoba en mano, revolotea por toda la casa, atenta al pintor, mientras destierra hasta la última traza de polvo. Todo tiene que estar a punto para el estreno de su anhelado mes. En cuanto haga mutis el pintor, armaremos el arbolito con sus luces y adornos. Mi morena cocinera ya reclutó a un sobrino para que nos auxilie, puesto que nosotras dos ya no estamos para hacer equilibrios en la escalerita. Después: ¡Que empiecen las fiestas!