A Emely, me la imagino así...

No bien escuché el doloroso veredicto del caso Emely Peguero, cuando me la imaginé así:

Paseando entre la gente, mirando a cada quien, tocando en el hombro a los responsables de su asesinato y el de su criatura.

Me la imagino así: consolando a su madre. Poniéndole en conocimiento que sabe perfectamente por lo que ella está pasando, pues también conoce el dolor de perder un hijo a mano de personas frías y sin escrúpulos. Y lo más triste: sabe lo mucho que duele que no se castigue con dureza un crimen tan horrendo.

Me la imagino así: dándole algún consejo a su padre para que la impotencia no acabe también con su vida. Y, con la calma que siempre han mostrado sus fotos, abrazándolo y diciéndole que donde ella está si hay justicia y que algún día ellos estarán tras las rejas más fuertes que son las divinas.

Me la imagino así: diciéndole al oído a los jueces cómo les irá cuando sean ellos los que enfrenten el verdadero juicio. Cuando el Código Penal del infierno no perdone la atrocidad de su crimen.

Me la imagino así: explorando un país con una “justicia” cada vez más vulnerable, con leyes hechas a la medida de quienes como seres humanos, saben que pueden cometer errores, y se curan en salud antes de llegar a ellos.

Me la imagino así: con los ojos llorosos porque sabe que hay poca o ninguna posibilidad de que las cosas cambien. Porque por cada 100 personas que se revelan para que haya justicia, hay millones de pesos que se interponen para que reine la injusticia.

Me la imagino así: orando de rodillas para lograr un descanso eterno que las acciones terrenales no le han permitido, pero que sabe que su inocencia le permitirá.

Me la imagino así: caminando lento hacia una tumba fría donde no ha de encontrar la calidez de un veredicto justo, que al menos calme el deseo de una población que ve desvanecer sus ínfimas posibilidades de creer en los hombres y en las mujeres de toga y birrete. ¿Y usted cómo se la imagina?