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COSAS DE DIOS

A Dios no se le olvida

El ocho de mayo del año 2015, esta columna sirvió de canal para que Ashley Salcedo acudiera a una escuela especial.

Ashley tiene la condición de autismo y permaneció sin escolarizarse desde los siete hasta los quince años, la edad que tenía al momento en que publicamos aquel artículo.

En él explicamos que esta jovencita, ahora de 18 años, todavía no había aprendido a cepillarse los dientes ni a comer sola debido a que su condición cae en el rango de autismo de baja funcionalidad y sus padres no pueden pagarle una escuela especial, con el personal adecuado para educarla, como requiere su caso.

Pocos días después, recibí una llamada de una persona dispuesta a cubrir la cuota mensual que cobraba una institución donde, finalmente, ingresó Ashley.

Aquella alma generosa me sorprendió porque, aunque no la había tratado, sabía quién era. Por su área de trabajo, reconozco mi prejuicio, la creía una persona llena de vanidad.

Pero ella pidió, como condición para entregar su aporte, permanecer anónima y que me mantuviera como su contacto. Acepté aclarándole que no recibo, por ninguna vía, dinero destinado a terceros, sino que debe tratarse de un asunto directo entre donante y favorecido. En este caso, puse a aquella señora en contacto con la escuela que había accedido a ingresar a Ashley, gracias a gestiones de su madre, Kenia Morel. La señora anónima se comprometió a pagar nueve mil pesos mensuales que desembolsó, sin fallar, durante tres años.

No volví a tener contacto con ella. Entonces, hace unas semanas, la madre de Ashley, angustiada, me visitó para decirme que habían dejado de pagar la cuota y enfrentaban un atraso. Al indagar, me enteré que la señora ha enfermado. Su padecimiento afecta la memoria y ahora no recuerda todo el bien que hizo a Ashley y el compromiso que asumió.

Para esta jovencita es vital seguir en el Centro de Atención a Personas con Discapacidad Intelectual, un lugar donde recibe la educación que requiere. Su familia atraviesa por un momento muy difícil pues no tiene quien cuide a Ashley ni los recursos para pagar la escuela. Se necesita otra alma noble que acuda en su auxilio y llame a la directora del centro, Gisela Paulino, como lo hizo aquella señora por cuya salud pido a Dios con la certeza de que, aunque ella no recuerde la obra maravillosa que hizo, Dios no la olvida. El teléfono del centro es (809) 770-9277.

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