ENFOQUE
“Nunca pensé ir a la universidad”
Dinámica y risueña es como se puede describir a Rosa de los Santos, una joven estudiante de Piedra Blanca. Nadie adivinaría que detrás de esa energía positiva se han librado muchas batallas. A pesar de todo, ella sigue en pie y con la esperanza de que su realidad y la de su madre, cambiará.
Rosa, como muchos jóvenes en la República Dominicana, debe enfrentarse a la desigualdad socioeconómica, la realidad familiar, la accesibilidad a los centros educativos y falta de motivación personal para concluir sus estudios.
Un alto índice de los estudiantes en el país desertan antes de llegar al bachillerato, según informes de la Oficina Nacional de Estadísticas (ONE), en el que indica que el 45.9% de los desertores corresponden al nivel básico, de los cuales 37.5% deserta antes de concluirlo y 8.4% lo termina, pero no continúa la educación media.
Sin embargo, otros estudiantes, a pesar de los “pronósticos sociales” se esfuerzan no solo por concluir sus estudios básicos, sino que lo hacen destacando por su excelencia académica.
Lamentablemente, esos que logran hacerse de un título de bachiller con honores a base de sacrificios, son valiosos recursos para la sociedad que ven sus sueños truncados por no poder continuar sus estudios técnicos o universitarios, ya sea por falta de motivación o por no poder costear su preparación académica.
Para aportar soluciones a esta problemática social, diversas entidades gubernamentales y privadas, tanto nacionales como internacionales, han diseñado programas de responsabilidad social, en las que se incluyen acciones educativas que les facilita a los jóvenes en condiciones de riesgo, las oportunidades de estudio.
Un ejemplo de estas iniciativas es el Programa Créditos-Becas patrocinado por Barrick Pueblo Viejo en alianza con la Fundación Apec de Crédito Educativo (Fundapec). Se trata de un préstamo que puede convertirse total o parcialmente en beca, dependiendo del cumplimiento y desempeño para estudiantes meritorios de las provincias Sánchez Ramírez y San Pedro de Macorís, quienes se prepararán en las áreas que sus comunidades han priorizado como necesarias.
“He tenido que enfrentar muchas cosas para continuar mis estudios, desde mudarme varias veces hasta tener que trabajar en ‘casa de familia’ para poder costear mis gastos porque durante un tiempo mi madre no tenía empleo. Hemos tenido momentos duros, pero tengo la fe de que todo será mejor”, dice Rosa, quien es uno de los 25 estudiantes meritorios beneficiados por el Programa Créditos-Becas, el cual asegura, le facilita el camino para hacerse profesional.
Con entusiasmo dice, “Estudiaré psicología industrial, en la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (PUCMM). Cuando termine buscaré un trabajo para darle a mi madre todo lo que ella necesite”.
Además de aspirar a una mejor vida, Rosa dice querer ser “una generadora de empleo” para darle oportunidades a gente, que, como ella, quieren una vida digna.
Programa Crédito-Becas El proyecto se enfoca en los estudiantes de los seis municipios cercanos a la mina: Cotuí, Zambrana, Maimón y Piedra Blanca, de la provincia Sánchez Ramirez; y de Quisqueya y Guayacanes, de la provincia San Pedro de Macorís, por ser parte de municipios próximos a la Central Eléctrica Quisqueya I.
El Programa Crédito-Becas, según Mónico Abreu, gerente de Responsabilidad Social de Barrick Pueblo Viejo, tiene como objetivo que los estudiantes cursen carreras técnicas y universitarias relacionadas con la industria minera, las actividades agrícolas y de producción propias de sus comunidades.
Este programa, asegura Abreu, busca incentivar el esfuerzo educativo de aquellos jóvenes, que, de manera meritoria, han sobrepasado todo tipo de obstáculos.
“Es un reconocimiento de los centros escolares de sus comunidades, pues los directores y maestros fueron los encargados de seleccionar los candidatos; y de parte de nosotros, es una manera de darles el apoyo que necesitan para superarse”, concluye Abreu.
Rosa de los Santos, beneficiaria del programa, considera que no existe justificación para no dar lo mejor de sí ante esta oportunidad. “Exhorto a los jóvenes a que no abandonen sus estudios. A que piensen en el mañana y que den lo mejor sí mismos”, agrega.
AMPARO MARÍA CARMONA SAMUEL Edad: 18 años Comunidad: Hoyo del Toro Amparo es de hablar pausado. De entrada, parece ser tímida, pero al transcurrir la conversación se muestra desenvuelta y segura, en especial, cuando habla sobre qué quiere ser en la vida.
“Voy a estudiar psicología industrial en la Universidad Central del Este (UCE)”, dice con orgullo y una gran sonrisa mientras explica la selección de esa carrera: “Me gusta la psicología industrial porque su objetivo primordial es velar por el bienestar del empleado. Mi sueño es graduarme y ejercer mi carrera”.
La entrega de Amparo por ser una estudiante destacada y sus deseos de cambiar la situación económica de su familia también ha servido para que su madre, Altagracia Samuel, haya terminado el bachillerato casi a la par con su hija. Ambas se animaban a estudiar y a no declinar ante la distancia que debían recorrer todos los días para acudir al centro educativo.
“Para llegar a tiempo debía levantarme muy temprano, pues debía caminar 10 kilómetros diariamente. A veces, tenía que ir a casa, almorzar y regresar para hacer tareas o prácticas”, relata Amparo, quien resalta que para lograr las metas es necesario realizar sacrificios.
Mientras Amparo habla, su madre, Doña Altagracia, la observa y rompe en llanto. Dice sentirse muy orgullosa de su hija, quien además considera su mejor amiga.
Luz Silvania Durán Hiciano Edad: 18 años Comunidad: Piedra Blanca, Bonao Uno de los aspectos que más sobresale de Luz al entablar una conversación con ella es lo observadora y medida que es en su trato hacía los demás. A pesar de su juventud, se maneja con mucha madurez.
Al presentarse y hablar sobre su experiencia como estudiante, sonríe y se emociona. Sus ojos se humedecen y torna su mirada hacia su abuela.
Luz pide disculpas por dejar ver entre lágrimas su sensibilidad ante lo que representa ser una de las seleccionadas para el Programa Crédito-becas de Barrick Pueblo Viejo y Fundapec, “De no haber sido seleccionada para el programa no pensaba ir a la universidad por falta de recursos. Ahora, que cuento con el apoyo del programa de crédito-beca, lo haré”, explica.
Para ella, esta oportunidad representa una nueva vida, donde además de poder hacerse de un título de ingeniería industrial en la Pucmm, también es un impulso para obtener mayores ingresos económicos para ella y su familia.
“He tenido que superar algunas limitaciones, principalmente, a nivel económico… pero gracias a Dios todo se puede y aquí estoy”, dice mientras se limpia las lágrimas del rostro y agrega: “también agradezco a mi abuela, quien es la persona más maravillosa que conozco, la más amable e inteligente. Ella ha sido mi motivo para estudiar”.
Hoy, Luz cree en que los sueños se hacen realidad, y aconseja a los niños y a los adolescentes a no abandonar sus estudios: “No todo es fácil, pero uno nunca sabe lo que Dios le tiene preparado. Él siempre pone a personas en nuestro camino para hacer su voluntad en este mundo”, concluye.