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FOLCLOREANDO

Soy crítica y exigente

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Muchas veces hubo ocasiones que quería ir a un hotel, entonces pagaba el fin de semana y así me sentía libre, porque cuando un centro hotelero brinda un fin de semana es para que se le dé cobertura. En principio aceptaba la distinción de obsequiarme un fin de semana, hasta que un día la tapa de un aire acondicionado le cayó a una de mis hijas en la cabeza, la suerte que no pesaba y tuve que quedarme callada. No escribí ni bien ni mal ¡Ya no me pasa! Siempre oriento a los que van creciendo en esta carrera que realicen un trabajo con altura, que sepan que hacer un reportaje, una crónica o un artículo es plasmarle vivencias, sentimientos y que lo que sale de ahí no tiene precio. ¡También sucede con los artistas! No me imagino “josiarle” a un artista o productor de un espectáculo una boleta, en la que yo realizaré un trabajo periodístico. Con esto quiero expresarle que si mañana viene Marc Anthony y no tengo con qué pagar la entrada, pues lo escucharé en mi casa, colocando Youtube o mi disco duro. Otro asunto es que me encanta hacerles trabajos a las diferentes manifestaciones folklóricas que se realizan en el país o a portadores tradicionales. Estos portadores necesitan ayuda y la mejor ayuda que podemos hacer es comprarle sus artesanías, sus comidas y sus instrumentos musicales, que ellos elaboran con tanto entusiasmo y fervor. Muchos se aprovechan y aceptan esos regalos. Debemos empoderar a esos hacedores para que conozcan, preserven y valoren lo que hacen, que no se dejen utilizar. Los verbos sinónimos utilizar, usar y manipular forman parte de mi idiolecto, porque los he incluido en mis escritos que he publicado en estos treinta años de carrera periodística. Nunca me he considerado marioneta o robots, o mejor dicho, mi trabajo se respeta porque al hacerlo de corazón, sin herir sentimientos ni extorsionar tiene mucho más valor y debemos cosechar para lograr esos frutos que se recogen en base a sacrificios. Es preferible hacer críticas constructivas, no ser complaciente, porque nunca se mejorará. De la única forma que crecemos es cuando reconocemos las fallas, que muchas veces no las vemos, por desconocimiento, por comodidad o por complacencia.

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