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Destino

Entre edificios de viviendas: dos importantes oratorios en Madrid

1- Oratorio. En la Gran Vía, la fachada del Oratorio del Caballero de Gracia contrasta y resalta junto a los edificios de viviendas. 2- Templo. Varios fieles madrileños acuden al Oratorio del Santo Niño del Remedio, en la calle Los Donados.

1- Oratorio. En la Gran Vía, la fachada del Oratorio del Caballero de Gracia contrasta y resalta junto a los edificios de viviendas. 2- Templo. Varios fieles madrileños acuden al Oratorio del Santo Niño del Remedio, en la calle Los Donados.

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Carmenchu BrusíloffSanto Domingo

En el denominado tercer recinto del Casco Antiguo de Madrid se extiende la Gran Vía. Hoy día, en pleno proceso de remodelación. Varios tramos casi están patas arriba. Quienes por ella hemos paseado, detenido ante vitrinas y edificios con historia y sentado en algunas de sus tantas terrazas en la acera, al presente no nos apetece. Para mi hija Carmen, que me acompaña en esta su primera visita, carece de atractivo. Mas cuando finalicen los trabajos, los peatones hemos de encontrar un entorno mucho más amigable. Ése es, entre otros, el objetivo de sus impulsores: el Ayuntamiento de la capital de España.

Pese a ello, vamos hacia el lugar. Desde la Plaza Cibeles bajamos por la calle de Alcalá hasta el punto donde se bifurca e inicia, a la derecha, la Gran Vía. Tras unas dos largas cuadras, podemos ver a la izquierda, encajonada entre edificios de viviendas, la más insólita e inesperada construcción que se encuentra a todo lo largo de esta calle, con una longitud de 1.36 kilómetros. Parece fuera de lugar. Es la fachada norte o posterior del Oratorio del Caballero de Gracia. (La fachada principal o fachada sur, proyectada en 1789 pero construida entre 1826 y 1832, está en la calle del Caballero de Gracia). Levantada en la Gran Vía 17, su arquitectura tan disímil a todo el entorno resalta con un arco que permite contemplar la cúpula. Tal perspectiva hace de esta fachada una curiosidad. El edificio de estilo neoclásico con planta basilical nació como Oratorio para la Real Congregación de Esclavos del Santísimo Sacramento y para dar fe a su nombre cada día el Sacramento está expuesto en su interior. Su cúpula está decorada con frescos de Zacarías González Velázquez. En 1956 fue declarado Monumento Nacional.

(Aunque la iglesia data de 1786, el exterior de la fachada norte fue proyectado en 1916, ‘al realizarse la alineación a la Gran Vía’, según la Guía de Arquitectura y Urbanismo de Madrid, del Colegio Oficial de Arquitectos de esta ciudad. El Oratorio es propiedad de la Asociación Eucarística del Caballero de Gracia, fundada en el siglo XVI por Jacobo Gratii, el Caballero de Gracia).

Santo Niño del Remedio A unos quince minutos a pie está el oratorio hacia el cual cada 13 de mes acuden con gran fervor numerosos madrileños: el Oratorio del Santo Niño del Remedio. Desde el Oratorio del Caballero de Gracia, bajando por la calle Montera, donde a menudo y lamentablemente abundan las prostitutas, alcanzamos la Puerta del Sol. Aquí empieza a la derecha la calle Arenal, por la cual enfilamos hasta doblar sin rumbo a la derecha y en la calle Los Donados, cuyo nombre no aparece en los planos, descubrimos una fila de personas ante el edificio número 6. Cruzamos al frente para leer la placa que le identifica. Es el Oratorio del Santo Niño del Remedio, construido en 1917, también encajonado entre edificios de viviendas. Su fachada no llama la atención. Es una iglesia más. Y, sin embargo, a la figura del niño Jesús que aquí se venera la llaman también Santo Niño del Milagro. Por algo será.

(La talla era propiedad de una dama cubana quien, al regresar a su tierra, la vendió a un encuadernador. Éste, para buscarle advocación acudió al rector de la iglesia de Santa Catalina de los Donados. Así se le llamó: Santo Niño del Remedio). Su fecha se celebra el 13 de enero, y cada día 13 de mes la talla, de fines del siglo XVI, es bajada de su altar y los fieles puedan besar su pie derecho. Por desgastado lleva ahora un zapato de plata. Aún sin ser día 13, los madrileños acuden a orarle. Las filas lo demuestran. Pero el Niño no es nuestro objetivo. Seguimos ruta por la calle Estanislao de los Ángeles, doblamos en la calle Preciados, y a la sombra de un árbol cerca de la plaza Callao nos sentamos en dos butacas.

En Madrid, donde menos lo esperas, hay un banco o un asiento para uso del cansado transeúnte. No es de extrañar. El peatón y la calidad ambiental tienen prioridad. La reforma de la Gran Vía es una demostración.

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