La Vida

FÁBULAS EN ALTA VOZ

Un cálido adiós a ‘Mister Rosen’

“¿Y los muchachos suyos?, ¿y cómo está Elaine?, ¿y sus hermanos?”,... Estas eran algunas de las preguntas corridas que me hacía Rosendo todos los días cuando éramos compañeros de trabajo y cada vez que conversábamos por teléfono después que se fue a vivir a Estados Unidos. Escribir estas líneas me resulta muy triste. No imaginé que el día que se despidió de mí porque se iba a vivir para allá, hace alrededor de dos años, era la última vez que lo vería. Duramos 16 años trabajando juntos, y el cariño era indestructible. ‘Mister Rosen’, le decía. Se reía y siempre me hacía el mismo comentario: “Usted verá que yo llegaré a ser ‘mister’, usted verá...”. Mi respuesta también era la misma: ‘Usted no va a llegar porque usted ya lo es”. Nos reíamos, cuánto nos reíamos.

Un día me preguntó: “¿Pero un ‘mister’, ¿y qué es lo que es eso”. La risa no me dejaba contestarle. “Ah, usted se ha burlado de mí todo este tiempo”, dijo ante mi reacción. Finalmente le contesté: “Rosen, eso es un rey de belleza”, a reír de nuevo. “Ahhhh, pero es eso, no ombe, pues yo siempre he sido un mister”. Y para mí es así, siempre lo fue. Rosendo tenía el alma más pura y el corazón más noble que alguien pueda tener. Su belleza interior es lo que ha hecho que ante su partida a aquel lugar fabuloso donde partió luego de su escala en Nueva York, Rosen haya dejado en sus hijas, su familia, sus amigos y sus compañeros de trabajo el legado de amor y solidaridad más puro que conozco. Nunca olvidaré su gesto, de cuando se le daba hasta una menta, guardarla para llevárse y compartir con sus hijas.

Su viaje al encuentro con el Señor deja en cada uno de los que le queríamos un vacío que nadie podrá llenar. Él era único. Ponía en peligro su propio pellejo para ayudar a otros, era incondicional. Era tan él. Y me dejó esperando. Aguardando que se sacara la loto en Estados Unidos para venir a resolverles los problemas a todo el mundo, como decía, y que aún días antes me repitió ya en una conversación que poco entendí, pero que sí sufrí. Sé que Li (Valeria Liz), Arlenys (Vicky Car), Katherine (Katirin)... y otros apodos siempre recordarán a ese gran hombre, tremendo padre, que fue. Rosen, no importa dónde se haya ido, algún día nos encontraremos para que me pregunte: “¿Y los muchachos suyos?, ¿y cómo está Elaine?, ¿y sus hermanos?”. Descanse en paz.

Tags relacionados