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PRENSA JOVEN

Fundación Tzu Chi hace su aporte a la educación del país

Al viajar por la carretera rumbo a La Romana se percibe un paisaje de gran esplendor, donde el verdor de los árboles frondosos y grandes plantaciones deja a los espectadores ensimismados. Sin embargo, no todo representa belleza y riqueza en este turístico municipio.

Rumbo al oeste se encuentra el sector Juan Pablo Duarte, conocido desde sus inicios como “El Basurero”. Luego de los remanentes del Huracán Georges en 1998, las personas convirtieron este lugar en un vertedero.

La miseria se acrecentó en este humilde terreno como consecuencia de la tormenta tropical. La única labor y entretenimiento de los niños era bucear entre la basura, pues la comunidad estuvo carente de escuelas y lugares de esparcimientos durante este período.

Al ver esta triste realidad, la fundación Tzu Chi lleva su “mano solidaria” a este sector para entregar donaciones a los más afligidos. En el año 2000 fundan la Escuela Básica Tzu Chi, para impartir educación y preparación moral a los infantes de este barrio.

Al recorrer las calles de este lugar, se percibe un ambiente desgarrador. La pobreza se distingue desde la entrada. Las casas de madera y zinc caracterizan toda la zona, al igual que la basura amontonada en uno de sus rincones.

Las calles rocosas, sin asfalto y polvo amarillento que se extiende en todo el perímetro, reflejan la penuria de sus habitantes. Hace 18 años, los niños del sector no contaban con un centro educativo que los formara. No sabían leer ni escribir, no tenían futuro.

Tras dos décadas, con la llegada de la fundación, esta entidad continúa velando por el bienestar del sector. Su solidaridad no solo se extiende a los estudiantes sino a los familiares que lo pueblan. Donan cada año útiles escolares y uniformes a los niños; y a los habitantes, alimentos. Organizan jornadas médicas y medicamentos para los enfermos.

Escuela y sus precariedades Las paredes de la escuela están sucias, la lluvia y el polvo han sido causantes de este panorama, en la entrada. Al abrir el portón del plantel, cientos de sonrisas se reflejan para dar una “bienvenida” a los miembros de la fundación y al equipo de reporteros de LISTÍN DIARIO.

Se percibe una gran júbilo en los niños al ver los miembros uniformados y los voluntarios. Las palabras no hacen falta. Ellos se percatan que algo “lindo” les espera. Un “hola” expresa una de las niñas, quien saludaba con alegría. Sus ojos color oscuro y pelo recogido con cuatro colitas enmarcaron rápidamente inocencia y dulzura.

Los zapatos rotos, sucios de polvo y lodo; paredes con escasa pintura en el patio, aulas, baños y la biblioteca; ausencia del servicio eléctrico, que dura hasta horas y días; y la carencia de cuentos cortos, para que los niños más pequeños puedan leer y reflexionar son de las precariedades que definen las dificultades que pasa la escuela y los 570 estudiantes que actualmente aprenden en jornada extendida.

“Durante el encuentro de 45 minutos que tienen en la biblioteca, se dificulta el proceso de lectura porque nos hacen falta cuentos cortos. Tenemos que trabajar los textos por secciones y así no se logra una comprensión a la hora de ellos leer”, externó la bibliotecaria.

Esta escuela se construyó en tres etapas. En abril del 2000 se concluyó la primera, que albergó una población estudiantil de aproximadamente 300 niños. Con el crecimiento de la comunidad se edificaron otras aulas. En el año 2016 erigen dos salas de preescolar.

“Todos son Tzu Chi” Era casi mediodía cuando el camión que traía la donación se estacionó dentro de la escuela. Los estudiantes formaron una fila para ayudar a desmontar los objetos. A la línea se acercaron las periodistas y camarógrafos. Abandonaron las libretas, lapiceros y cámaras. Dejaron de anotar lo que allí pasaba para formar parte de esta historia. El llamado de solidaridad tocó sus corazones y comenzaron a organizar los útiles en canastillas. El calor, la sensación de hambre y el sudor no empañaron la experiencia que vivieron durante varios minutos.

El miércoles 26 de septiembre la fundación donó útiles escolares y uniformes a los estudiantes de preescolar, básica y primaria. A las mujeres embarazadas y recién paridas les entregaron paquetes de pañales.

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