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Viaje

Un templo con espejo y una casa con picos ¡en Roma!

Fachada. La iglesia del Gesú, en Roma, es un ejemplo de la arquitectura de la Contrarreforma.

Fachada. La iglesia del Gesú, en Roma, es un ejemplo de la arquitectura de la Contrarreforma.

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Carmenchu BrusíloffSanto Domingo

¡Mira, una casa con picos, como la de Segovia!’, exclama mi hija Carmen mientras damos la vuelta en la plaza del área sacra de Largo Argentina, en Roma. Echo un vistazo en derredor. ‘¿Dónde?’ ‘Ahí, en la esquina’. Nos encontramos en una plazoleta que si mi vista no me falla se llama Carcarari. Hacia ella, un edificio tiene en su fachada un espacio, apróximadamente la altura de un piso y medio, adornado con picos, como los de la renombrada Casa de los Picos de Segovia. Nos acercamos. Mas no hay placa con explicación ‘in situ’, ni en la guía información alguna. Lo más probable es que en esta ciudad de tantos monumentos, al no ser toda de picos a la fachada no le den importancia, pese a que resulta original e insólita.

Si mi memoria no me hace travesuras, en una ocasión leí que hay solo tres casas en el mundo cuyo muro exterior está decorado con piedras labradas en forma de puntas de diamante. Es decir, de picos. ¿Será ésta una de ellas? Con un pequeño y aislado balcón de esquina, un tanto descascarado en su base pero de aspecto acogedor, el edificio es un conjunto armonioso que, sin embargo, luce un tanto descuidado con pintadas que aparecen en los muros del minimarket que funciona en su piso bajo. No es de extrañar. No está entre los puntos de atracción turística.

A la búsqueda de la cercana Chiesa del Gesú pasamos junto a los bancos en el área del paseo en la zona. A esta hora no apetece sentarse en ellos. Es muy fuerte la luminosidad en el entorno y sofocante el calor del verano en la capital de Italia. Esto, empero, no parece afectar a una lugareña que, sentada bajo el sol mientras atiende a un niño en su cochecito, conversa por el móvil. Proseguimos en vía recta hasta que, al doblar la esquina, ya frente al templo, aparece hacia un lado la tentación: una heladería. Y en lugar de cruzar a la iglesia entramos en este pequeño local donde puedo degustar mi helado favorito: el de menta y chocolate. Delicioso, aunque no sea artesanal. Italia tiene fama de elaborar artesanalmente excelentes helados, pero hoy en día casi no aparecen. La mayoría se ha industrializado.

Tras este refrescante intermedio contemplamos la fachada del templo, de la primera época renacentista y ejemplo de la arquitectura de la Contrarreforma. Tiene tres puertas y una sola nave en su interior. Tras subir los escalones al exterior nos extraña ver, a corta distancia de la entrada, a un grupo de personas reunidas en torno a un elemento que no distinguimos. Curiosas nos acercamos. ¡Es un espejo! ¿Y qué hace aquí? De forma rectangular mira hacia el techo, colocado de manera inclinada sobre una base con ruedas.

ESPEJO REFLEJA FRESCO DEL TECHO Esto es algo extraordinario. Está dispuesto para reflejar en él los magníficos frescos del techo: Trionfo del Nome di Gesú (Triunfo del nombre de Jesús), obra creada en 1679 por Giovanni Battista Gaulli (conocido por ‘Baciccia’). Los contemplo como si pudiera tocar la pintura. Me regodeo un rato con imágenes tan espectaculares aunque, finalmente, termino echando hacia atrás el cuello para mirar hacia lo alto y observar en su conjunto la grandiosidad de las pinturas.

Obras de arte En general, el interior de este templo ofrece esplendorosas obras de arte incluyendo su altar. Al fin y al cabo el objetivo de la orden jesuita, cuando inició su construcción en 1540, era mostrar el esplendor de su orden.

Tumba de San I. de Loyola En el siglo XVII fue renovado con el fin de reflejar asimismo el triunfo de la Iglesia Católica, agregándose otras muchas obras de arte en este templo, donde vivió sus últimos años el fundador de la orden, San Ignacio de Loyola. Y aquí se encuentra su tumba.

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