Sol y agua en el diálogo de fauna con Antonio Guadalupe

Hasta el 21 de este mes, el maestro de la plástica dominicana Antonio Guadalupe presenta su exposición ‘Diálogo de Fauna: y Sol y Agua’, en la sala de exposiciones temporales del Centro de Convenciones y Cultura Dominicana (CCCD-Utesa).

El centro de convenciones y cultura dominicana es dirigido por Melany Rodríguez y el crítico de arte y arquitecto César Payamps es el director del Museo de esa entidad cultural que abrió sus puertas el 23 de abril de este año, a fin de contribuir a través de los ejes educativo, artístico y cultural. También busca contribuir al desarrollo y a la expansión de la provincia de Santiago y el país.  

En ese sentido, Guadalupe pone ante la consideración del público Santiaguero todos sus aportes pictórico, y realiza un rescate proverbial y visual de la temática, en la que la fauna, el sol y el agua parecen aglutinarse para dar un apoyo contundente y militante a favor de nuestro medioambiente y contribuir con sus enseñanzas dibujísticas. Pretende también concienciar a todos sus admiradores sobre la necesidad de salvar nuestras especies, algunas de ellas están en vías de extinción y de muerte.

No puedo sustraerme al encanto que se advierte en cada pieza del artista mocano, al combinar en esta muestra toda la parafernalia, compuesta de símbolos y fantasía relacionado con los tres elementos formales de su actual exposición, mezclando con sus lenguajes distintivos en el que acentuó aún más su cromatismo para dar vida y regocijarnos con su empaque visual de fauna agua y sol. Tres elementos indispensables para que haya la reproducción vital de todo el universo conocido hasta hoy, incluyendo al género humano dan forma a su muestra.

Pinturas, dibujos y paraguas son el soporte estético en el cual Antonio Guadalupe pretende y lo consigue el insuflarnos la conciencia ecológica que le apasiona como ser social. Fiel al expresionismo figurativo, desarrolla e impacta con su poder creativo que  asocia al hombre y su entorno con sus figuraciones da en el blanco al transmitirnos concluyente como un chamán, el porqué los seres humanos conspiramos contra nuestro entorno, en vez de proporcionar una comunicación armoniosa en la que cada parte del universo desarrolla una paz duradera para volver a tiempos pasados, en los que el hombre, la fauna, el agua y el sol vivían en perfecta comunión.

En toda obra de Guadalupe se mantiene un equilibrio plausible y nos seduce por su policromía, que continúa acentuándose cada vez que se enfrenta al soporte elegido. Allí se refugia en el taller, con la maestría que le da su madurez pictórica y transita por las distintas técnicas, pero tiene en su forja el propósito de no “apartarse de la figuración”, como el mismo lo afirma. Configura un estilo muy personal, pero asaltado por el grafismo pictórico del arte taino, al cual le ha dedicado sus 13 años de estudios consecutivos.