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FOLCLOREANDO

Es la familia, no las letras (1 de 2)

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Xiomarita PéprezSanto Domingo

¿Por qué a mí me gusta la música folclórica?, porque mis padres nos llevaban a los campos de Puerto Plata y compartíamos con esas personas humildes, solidarias, con mucha sabiduría. Además de iniciar mi carrera folclórica en un grupo de bailes en el Colegio Santa Clara. También íbamos a los bares de Sosúa e Imbert a escuchar danzones, boleros, merengues tradicionales. ¿Por qué amo la música de la “Nueva Ola”?, porque viví esa etapa en Villa Juana, participando en veladas, visitando el programa “El Show en Miniatura”, que conducía Altagracita Peña, y disfrutaba de la música de las agrupaciones del momento, como los Brahmins. Pero, ¿y “Mi limón, mi limonero... encuero me gusta más”?, así decía la muchachada y los adultos no se sonrojaban, porque se decía bien bajito para que los padres ni se enteraran de las letras que les poníamos. ¿Por qué me gusta la música clásica?, porque cuando se realizó en el año 1972 el Festival de Música Interamericana, con invitados especiales como Pablo Casals y Víctor Tébat, asistí a varios ensayos en el Palacio de Bellas Artes, como parte del alumnado del Colegio Santa Clara y me imagino que fue el profesor José Delmonte que gestionó que nos invitaran, y me enloquecí tanto viendo a esos maestros dirigir la Sinfónica y al maestro Carlos Piantini que quise estar presente en la inauguración del Festival, pero mis padres no podían darme diez pesos, lo que costaba la entrada, y no me quedó más remedio que verlo en blanco y negro, por el televisor Sharp de cuatro patas. Ese festival se acabó a las 2:00 de la mañana. Lo disfruté tanto que guardo en mi memoria y en mis archivos musicales el Capricho Italiano de Tchaikovsky. Luego, en 1976, hice un curso de “apreciación musical” con Julio Ravelo de la Fuente, en el Teatro Nacional, y me “artillé” en Econolibros de dos discos de larga duración, “Scheherazade” de Rimsky Korsakov y el Bolero de Ravel. Escribo este recuento porque después de mi video que se hizo viral, calculando más de 100 millones en las diferentes redes y páginas he escuchado algunas críticas en algunos sectores que no han visto “con buenos ojos” (incluyo evangélicos) mi debut y no es verdad que la música daña, que las letras dañan; daña el desafecto.

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