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APRENDIZAJE

¡Bienvenido el aburrimiento!

Cuando llega el verano, los padres se esmeran en mantener a los niños ocupados la gran mayoría del tiempo; inscribiéndolos en campamentos de verano, clases particulares, tutorías… Durante los viajes en carro o en avión se preparan con tabletas, videojuegos, películas y demás para que los niños no se aburran en el trayecto. Los padres hacen todo esto para evitar escuchar las siguientes palabras: “Estoy aburrido” y sentir la responsabilidad de entretener constantemente a sus hijos. Los padres no se dan cuenta que el aburrimiento tiene múltiples beneficios en los niños tanto psicológicos como cognitivos.

El aburrimiento se define como cansancio del ánimo originado por falta de estímulo o distracción, o por molestia reiterada. Ningún padre quiere que sus hijos sientan desánimo o molestia, pero los padres deben de ver el aburrimiento como una oportunidad, no como una desventaja. Cuando los niños se encuentran en estado de aburrimiento, tienen una motivación intrínseca para salir de ese estado y buscar una distracción. Es decir que estarán motivados a buscar nuevas experiencias.

Esto significa que su creatividad, imaginación y curiosidad serán activadas.

Usualmente son los objetos más banales aquellos que llaman la atención de los niños. A veces unas monedas, un vaso plástico y un aro pueden proporcionar horas de entretención al tratar de lanzar monedas dentro del vaso pasando por el aro. Cuando un niño se involucra en una actividad tan sencilla como esta, se desarrollan en el niño habilidades matemáticas, implementan teorías físicas, coordinan mano-ojo y ejercitan las capacidades motoras gruesa y fina. Otros beneficios importantes son la resolución de problemas y la perseverancia. Al niño estar a cargo de su propio juego, crea sus reglas y se esfuerza para lograr sus objetivos; lo cual lleva a una gran lección sobre no darse por vencido.

El aburrimiento provee a los niños la habilidad de retroinspección, reconocer sus sentimientos, en especial los negativos como frustración, malestar, incomodidad… y aprenden a manejarlos y autorregularse. Tener tiempo libre permite a los niños tiempo para pensar no solamente en sus experiencias personales, pero permite evaluar las vivencias de los demás. Los niños pueden pensar en las dificultades de sus amigos y compañeros y por consecuente desarrolla la empatía, es decir la capacidad de identificarse con alguien y entender sus sentimientos.

Gabriela Auffant, terapeuta de aprendizaje

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