TERCER CAMINO

Sequía

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LAVINIA DEL VILLARSanto Domingo

“La vida no abarca tan solo la tierra cultivable, sino también montañas de ensueño, subsuelos de dolor, torres de deseos”. Heschel

Aunque no nos percatemos, estoy segura de que todos hemos tenido alguna vez momentos de sequía. Son esos en los que pensamos que la vida nos maltrata, que Dios no se hace presente, que el mundo no es justo y que muchas personas nos quieren mal. Aquellos en los que hacemos del “por qué” nuestra oración diaria, y del “hubiera” la respuesta a nuestro dolor. ¡Cuántas cosas hubieran sido diferentes si hubiéramos hecho cosas diferentes!, pensamos cuando no nos ubicamos en el momento actual. Cambiamos el pasado en nuestra mente para, en nuestra fantasía, obtener resultados que solo viven en nuestra imaginación, y olvidamos que desafortunadamente el “hubiera” no existe. Nuestra vida es un compendio de eventos que se suceden, muchas veces producto de la casualidad y otras, resultado de buenas o malas decisiones. La experiencia que se desprende de estos episodios puede resultar en fuente de aprendizaje para crecer y ser mejor persona, o en recurso de amargura para decrecer y crear limitaciones mentales. Sin embargo, la sequía puede convertirse en agente de cambio que nos aliente a derrumbar muros y a iniciar nuevos estilos de siembra repletos de rumbos de felicidad y alegría. Demos, pues, paso a una nueva estación y sintamos que la presencia de Dios a través de sus bendiciones nos prepara cada vez que necesitemos salir de la sequía espiritual y resurgir en fuentes de agua viva.

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